Oraciones Marianas

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¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día (noche), mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo(a) tuyo(a) Oh Madre de bondad, guardame y defiéndeme como hijo(a) y posesión tuya. Amén.

¡Oh Inmaculado Corazón de María, traspasado de dolor por las injurias con que los pecadores ultrajan vuestro Santísimo nombre y vuestras excelsas prerrogativas! Aquí tenéis, postrado a vuestros pies, un indigno hijo vuestro que, agobiado por el peso de sus propias culpas, viene arrepentido y lloroso, y con ánimo de resarcir las injurias que, a modo de penetrantes flechas, dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados. Deseo reparar, con este acto de amor y rendimiento que hago delante de vuestro amantísimo Corazón, todas las blasfemias que se lanzan contra vuestro augusto nombre, todos los agravios que se infieren a vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con que los hombres corresponden a vuestro maternal amor e inagotable misericordia.

Aceptad, ¡oh Corazón Inmaculado!, esta pequeña demostración de mi filial cariño y justo reconocimiento, junto con el firme propósito que hago de seros fiel en adelante, de salir por vuestra honra cuando la vea ultrajada y de propagar vuestro culto y vuestras glorias. Concededme, ¡oh Corazón amabilísimo!, que viva y crezca incesantemente en vuestro santo amor, hasta verlo consumado en la gloria. Amén.

Rezar tres Avemarías en honra del poder, sabiduría y misericordia del Inmaculado Corazón de María, menospreciado por los hombres. Terminar con las siguientes jaculatorias:

¡Oh Corazón Inmaculado de María, compadeceos de nosotros!

Refugio de pecadores, rogad por nosotros.

¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

Avemaría, padrenuestro y gloria por las intenciones del Papa.

Acuérdate, ¡Oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir que ninguno
de los que ha acudido a tu protección,
implorando tu asistencia y reclamando
tu socorro, haya sido desamparado de ti.
Animado por esta confianza, a ti acudo,
Oh madre, Virgen de Vírgenes, y gimiendo
bajo el peso de mis pecados me atrevo a
comparecer ante tu presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no deseches mis suplicas,
antes bien, escúchalas y acógelas benignamente.
Amén.

Latin

Memorare, O piissima Virgo Maria,a saeculo non esse auditum, quemquam ad tua currentem praesidia, tua implorantem auxilia, tua petentem suffragia, esse derelictum.Ego tali animatus confidentia, ad te, Virgo Virginum, Mater, curro, ad te venio, coram te gemens peccator assisto. Noli, Mater Verbi, verba mea despicere; sed audi propitia et exaudi. Amén.

V. El Ángel del Señor anunció a María,
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.

Se reza un Avemaría.

V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mi según tu palabra.

Se reza un Avemaría.

V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.

Se reza un Avemaría.

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oración
Te rogamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para que, los que por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz, seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.

Alégrate María,
Inmaculada y Santa,
amada de Dios,
nueva Eva elegida,
cooperadora de la reconciliación.

Madre de Jesús y nuestra,
incansable auxilio de los pecadores,
maternal intercesora,
acuérdate de este hijo tuyo.
Amén.

(INDULGENCIA DE SAN PIO X)

Versión Corta

¡Augusta Reina de los Cielos, Soberana Señora de los Ángeles! Tú que, desde los comienzos, recibiste de Dios el Poder y la Misión de aplastar la cabeza de Satanás, Te suplicamos humildemente nos envíes Legiones de Ángeles para que, bajo Tus Órdenes y Poder, combatan a los demonios, donde quiera repriman su audacia, y los persigan hasta precipitarlos a los abismos.

¿Quién cómo Dios?, ¡Oh buena y tierna Madre, siempre serás nuestro amor y nuestra esperanza!. ¡Oh Divina Madre!, envía a los Santos Ángeles para defendernos, y rechazar lejos al demonio, nuestro mortal enemigo. Santos Ángeles y Arcángeles defendednos y guardadnos.
Amén

Versión Completa

¡Augusta Reina de los Cielos, Soberana Señora de los Ángeles! Tú que, desde los comienzos, recibiste de Dios el Poder y la Misión de aplastar la cabeza de Satanás, Te suplicamos humildemente:

Envía Tus Legiones de Ángeles para que, bajo Tus Órdenes y Poder, combatan a los demonios, donde quiera repriman su audacia, y los persigan hasta precipitarlos a los abismos.

¡Oh!, Excelsa Madre de Dios, envía también a San Miguel Arcángel, el invencible Jefe de los Ejércitos del Señor en la lucha contra los emisarios del infierno entre los hombres, destruyendo los planes de los impíos y humillando a todos aquellos que quieren el mal. Obtén para ellos la gracia del arrepentimiento y la conversión, a fin de que puedan dar honra al Dios Vivo, Uno y Trino y a Ti.

¡Oh!, Nuestra Poderosa Protectora, por medio de los resplandecientes espíritus celestiales, protege por toda la Tierra las Iglesias, los Lugares Sagrados y especialmente el Santísimo Sacramento del Altar. Impide toda profanación y toda destrucción. Los Ángeles están a cada instante a la espera de Tus órdenes y arden en deseos de ejecutarlas.

¡Oh!, Madre celestial, protege además nuestros hogares y a nosotros de las insidias del enemigo infernal. Haz que los Santos Ángeles habiten siempre en ellos y nos traigan las bendiciones del Altísimo. ¿QUIÉN COMO DIOS? ¿Quién como Tú, María? Eres la Reina de los Ángeles y la Vencedora sobre satanás. Eres buena y tierna Madre, Tú serás siempre nuestro Amor y nuestra Esperanza.

¡Oh!, Madre de Dios, envíanos los Santos Ángeles, para defendernos y para rechazar lejos al demonio, nuestro mortal enemigo. Santos Ángeles y Arcángeles defiéndannos y guárdennos. Amén.

(ORACIÓN CON 300 DÍAS DE INDULGENCIA
SAN PIO X , 8 – 6 – 1.908
Ha sido recomendada por el papa Pío IX, y enriquecida de indulgencia por los papas León XIII y San Pío X.)

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

Latin

Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui. Jesus.
Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in ora mortis nostrae. Amen.

Que significa el Ave María?.. Conoce Más

Salve, Estrella del mar, Madre, que diste a luz a Dios, quedando perpetuamente Virgen, feliz puerta del cielo.

Pues recibiste aquel Ave de labios de Gabriel, ciméntanos en la paz, trocando el nombre de Eva.

Suelta las prisiones a los reos, da lumbre a los ciegos, ahuyenta nuestros males, recábanos todos los bienes.

Muestra que eres Madre, reciba por tu mediación nuestras plegarias el que nacido por nosotros, se dignó ser tuyo.

Virgen singular, sobre todos suave, haz que libres de culpas, seamos suaves y castos.

Danos una vida pura, prepara una senda segura, para que, viendo a Jesús, eternamente nos gocemos.

Gloria sea a Dios Padre, a Cristo altísimo y al Espíritu Santo: a los tres un solo honor. Amén.

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día (noche), alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡Oh Virgen gloriosa y bendita!. Amén.

Latin

Sub tuum praesidium confugimus, sancta Dei Genetrix.
Nostras deprecationes ne despicias in necessitatibus nostris, sed a periculis cunctis libera nos semper, Virgo gloriosa et benedicta. Amén.

(PAPA PÍO XII)

¡Oh Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano, vencedora de todas las batallas de Dios! Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no presumimos, sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón.

En esta hora trágica de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos y nos consagramos, no sólo en unión con la Santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Hijo Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada, sino también con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de odio, víctima de sus propias iniquidades.

Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias de padres y madres, de esposos, de hermanos, de niños inocentes; tantas vidas cortadas en flor, tantos cuerpos despedazados en la horrenda carnicería, tantas almas torturadas y agonizantes, tantas en peligro de perderse eternamente.

Vos, oh Madre de misericordia, impetradnos de Dios la paz; y, ante todo, las gracias que pueden convertir en un momento los humanos corazones, las gracias que preparan, concilian y aseguran la paz. Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo en guerra la paz por que suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo. Dadle la paz de las armas y la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el reino de Dios.

Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte; concédeles la paz y haced que brille para ellos el sol de la verdad y puedan repetir con nosotros ante el único Salvador del mundo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Dad la paz a los pueblos separados por el error o la discordia, especialmente a aquellos que os profesan singular devoción y en los cuales no había casa donde no se hallase honrada vuestra venerada imagen (hoy quizá oculta y retirada para mejores tiempos), y haced que retornen al único redil de Cristo bajo el único verdadero Pastor.

Obtened paz y libertad completa para la Iglesia Santa de Dios; contened el diluvio inundante del neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, a fin de que aumente en méritos y en número el pueblo de los que sirven a Dios.

Finalmente, así como fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús la Iglesia y todo el género humano, para que, puestas en El todas las esperanzas, fuese para ellos señal y prenda de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina del Mundo, también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a Otro de la tierra, el eterno Magníficat de gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, en sólo el cual pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.

Dios mío,
Yo creo que eres Uno en naturaleza, Igual en divinidad.
Tres Personas, presentes en la Eucaristía.
Ante Tí, Dios Uno y Trino, me postro en adoración
y Te reconozco como mi Creador, Redentor, Santificador.
Yo, pequeña y débil criatura,
elevada por Tu Gracia a la dignidad de ser hijo(a) Tuyo(a),
deseo vivir las enseñanzas del Evangelio,
ser un miembro dócil de la Iglesia,
aceptar los mensajes
que nos has enviado a través de la Madre de la Eucaristía.
Padre mío,
necesito Tu amor
para dar significado, dirección y propósito a mi vida,
nada puedo hacer sin Tí
al volverme hijo(a) Tuyo(a).
Jesús, dulce Maestro,
deseo conocerte y amarte más y más,
alimenta, sostiene y fortalece
mi vida con la Eucaristía,
pan de Dios, el pan de vida, pan vivo bajado del Cielo.
Espíritu Santo,
dame Tu luz
para que pueda comprender, aunque sea por un instante,
todo el infinito amor de la Santísima Trinidad
que se me da en la Eucaristía.
Oh Dios, Uno y Trino,
me consagro a Tí por medio de María,
Madre de la Eucaristía.
Me comprometo, tanto como sea posible,
a asistir diariamente a la Santa Misa
y a recibirte en mi corazón.
Creo que estás en verdad presente
en los Sagrarios de las iglesias,
donde deseo ir a alabarte, a adorarte
y hacerte compañía.
Madre de la Eucaristía,
Tú quien nos has dado a tu hijo Jesús,
con dolor y tanto amor,
mientras pendía de la Cruz,
ayúdame a vivir en la gracia para siempre estar listo
para recibir a Jesús en mi corazón.
Amén.

Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.
Ya que me proteges tanto como verdadera Madre, haz que me bendigan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Amén

(de la liturgia bizantina)

Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos,
abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.

María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.

Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo.

Oh Madre de Dios y Madre de todas las gracias: por las muchísimas que te concedió la Santísima Trinidad, y particularmente por tu poder, sabiduría y ardiente caridad, te suplico nos concedas a nosotros participar de estas gracias, como participan los hijos de los bienes de sus padres, y especialmente nos concedas la gracia que te pedimos en esta novena honrando en ti al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén. (Hacer aquí la petición).

1

Oh Virgen poderosísima: así como Dios Padre, en su munificencia omnipotente, levantó tu alma sobre un trono de gloria sin igual, hasta el punto de que, después de él, eres la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también te suplico que me asistas en la hora de la muerte, para fortificarme y rechazar de mí toda potestad enemiga. Avemaría.

2

Oh Virgen sapientísima: así como el Hijo de Dios, conforme a los tesoros de su sabiduría, te adornó y llenó maravillosamente de ciencia y entendimiento, de tal modo que gozas del conocimiento de la Santísima Trinidad más que todos los santos juntos, y como sol brillante, con la claridad de que te ha embellecido, adornas todo el cielo, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, para llenar mi alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas de la ignorancia y del error. Avemaría.

3

Oh Virgen amantísima: así como el Espíritu Santo te llenó por completo de las dulzuras de su amor y te hizo tan amable y tan amante que, después de Dios, eres la más dulce y la más misericordiosa, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, llenando mi alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para mí en delicias. Avemaría.

Repetir por 8 días más.

Ave María, dulce Madre de la Eucaristía.
Con dolor y mucho amor, nos has dado
a tu Hijo Jesús mientras pendía de la Cruz.
Nosotros, débiles criaturas, nos aferramos a Ti
para ser hijos dignos de este
gran AMOR y DOLOR.
Ayúdanos a ser humildes y sencillos,
ayúdanos a amar a todos los hombres,
ayúdanos a vivir en la gracia
estando siempre listos para recibir
a Jesús en nuestro corazón.
Oh María, Madre de la Eucaristía,
nosotros, por cuenta propia, no podremos comprender
este gran misterio de amor.
Que obtengamos la luz del Espíritu Santo,
para que así podamos comprender
aunque sea por un solo instante,
todo el infinito amor de tu Jesús
que se entrega a Sí mismo por nosotros. Amén.

(Lc 1, 46-55)

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre….

No me desampare tu amparo,
no me falte tu piedad,
no me olvide tu memoria.
Si tú, Señora, me dejas, ¿quién me sostendrá?
Si tú me olvidas, ¿quién se acordará de mí?
Si tú, que eres Estrella de la mar
y guía de los errados, no me alumbras, ¿dónde iré a parar?
No me dejes tentar del enemigo,
y si me tentare, no me dejes caer,
y si cayere, ayúdame a levantar.
¿Quién te llamó, Señora, que no le oyeses?
¿Quién te pidió, que no le otorgases?

Oh, Jesús, a través del Inmaculado Corazón de María, te ofrezco mis oraciones, trabajo, alegrías, sufrimientos de este día, en unión al Santo Sacrificio de la Misa para el mundo. Te los ofrezco por los méritos de tu Sagrado Corazón: la salvación de las almas, enmienda de los pecados, la reunión de todos los cristianos; te los ofrezco por nuestros obispos y por los Apóstoles de la oración y de manera particular por aquellos que el Santo Padre escogió durante este mes.
Amén.

Pequeña y dulce Maria, princesa mia, sin pecado concebida, estrella de mis dias y desde niña la mas perfecta profecia. Ilumina esta vida mia, a veces enceguecida, sin ansias ni dicha y totalmente empobrecida. Hazme, pequeña Maria, luz en estos dias y resplandor en la oscuridad del alma mia. Hazme niño, pequeñito y dulcisimo para que el Buen Dios escriba lo que ha querido de esta vida, para su gloria y como verdad que ilumina. Amén

¡Oh María! 
Transforma mi corazón como el tuyo; 
Colócale alrededor una corona de pureza adornada con virtud; 
Toma mi corazón, querida Madre consagrado como tuyo propio; 
Preséntaselo a Dios Padre como una ofrenda de mí para ti. 
Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día.

Amén

Santísima Señora, Madre de Dios; tú eres la más pura de alma y cuerpo, que vives más allá de toda pureza, de toda castidad, de toda virginidad; la única morada de toda la gracia del Espíritu Santo; que sobrepasas incomparablemente a las potencias espirituales en pureza, en santidad de alma y cuerpo; mírame culpable, impuro, manchado en el alma y en el cuerpo por los vicios de mi vida impura y llena de pecado; purifica mi espíritu de sus pasiones; santifica y encamina mis pensamientos errantes y ciegos; regula y dirige mis sentidos; líbrame de la detestable e infame tiranía de las inclinaciones y pasiones impuras; anula en mí el imperio de mi pecado; da la sabiduría y el discernimiento a mi espíritu en tinieblas, miserable, para que me corrija de mis faltas y de mis caídas, y así, libre de las tinieblas del pecado, sea hallado digno de glorificarte, de cantarte libremente, verdadera madre de la verdadera Luz, Cristo Dios nuestro. Pues sólo con Él y por Él eres bendita y glorificada por toda criatura, invisible y visible, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

V. Reina del cielo, alégrate; aleluya. R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya; V. Resucitó según dijo; aleluya. R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya; V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya. R. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya. Oración ¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de la Virgen María, su Madre, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor R. Amén.  Leer Mas  

Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Guia: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Todos: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Latin

Salve Regina, mater misericordiae, vita, dulcedo, et spes nostra, salve. Ad te clamamus exsules filii Hevae. Ad te suspiramus, gementes et flentes in hac lacrimarum valle. Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos misericordes oculos ad nos converte. Et Iesum, benedictum fructum ventris tui, nobis post hoc exsilium ostende. O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.

Guia: Ora pro nobis, Sancta Dei Genitrix.
Todos: Ut digni efficiamur promissionibus Christi. Amén.

15 MINUTOS EN COMPAÑÍA DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

Oración previa:
¡Oh Corazón Inmaculado de María, generoso y magnánimo como de Reina, amoroso y compasivo como de Madre!: oíd los suspiros del último de vuestros hijos que confiado acude a depositar en Vos los sentimientos y aspiraciones de su alma.

  1. Gracias, Corazón bondadosísimo. Vos sois manantial de las divinas bendiciones; de Vos he recibido favores sin número. ¡Y cuántas veces, sin darme cuenta de ello!

Cuando Jesús me redimía en el Calvario, allí estabais Vos, juntando vuestra compasión a sus dolores, y vuestras lágrimas al torrente de su sangre redentora.

Tengo mis delicias junto al sagrario en la Santa Eucaristía; mas ese pan de ángeles es fruto regalado de vuestra sangre y vuestro amor.

¡Oh Corazón dulcísimo de mi Madre!, Vos sois el canal señalado por Dios mismo para distribuir todas sus gracias a los hombres. De Vos recibí aquella inspiración…, aquella fuerza para vencer…, aquel consuelo en mi aflicción.

De vos me vino aquella luz que me mostró el abismo a que corría…, aquella gracia que me movió a dolor de mis pecados… Aquel peligro conjurado…, aquella salud recobrada.., me vinieron de Vos. ¡No tienen número vuestros favores!. ¡Gracias, Corazón dulcísimo, gracias!

  1. II. Y Vos, Corazón compasivo, ¿qué habéis recibido de mi? ¡Oh!, lo sabéis Vos, y yo también lo sé, para confusión mía.

A vuestro amor y ternura he respondido con fría ingratitud. Esa espada que os atraviesa de parte a parte, ¡oh Corazón de María!, os la he clavado yo, hijo ingrato…; y no una, sino muchas veces.

Aquellas miradas…, aquellos sentimientos…, aquellas intenciones inconfesables…, aquella soberbia oculta…, aquella sensualidad…, aquel escándalo.. Que os hubiese ofendido otro menos favorecido de vuestro amor, sería tolerable; pero que os haya disgustado yo, después de pruebas tan elocuentes y repetidas de vuestro amor… ¡Oh Corazón Santísimo de María!, yo me confundo y arrepiento; yo os pagaré amor con amor…, yo arrancaré la espada cruel que os atormenta.

III. ¡Reparación, reparación! Si, os la quiero ofrecer siempre. ¡Os amo tanto! ¡Me duelen tan de veras la ingratitud y las continuas ofensas con que los hombres corresponden a vuestro amor!

¡Oh Corazón dulcisímo de María!, la espada cruel que os atraviesa nos habla de la pasión y muerte de Jesús y de los pecados de los hombres que os colman de amargura; pero desde hoy yo he de consolaros. Bendecid mis resoluciones. Yo amaré siempre a Jesús, para que no se pierda en mi el fruto de su sangre…; yo os prometo morir antes que pecar, porque no quiero renovar vuestros dolores…; yo pensaré en Vos, por los que os olvidan…; os alabaré por los que os blasfeman; yo os amaré con todas las fuerzas de mi alma…

Por vuestro amor, ¡oh Corazón Inmaculado!, me apartaré de aquella ocasión…, mortificaré mis sentidos…; haré que mis ojos, mis oídos, mi lengua, mis manos…, imiten vuestros ejemplos de modestia, de caridad, de servicialidad…

¡Oh Corazón de mi Madre!, para reparar las injurias que los hombres os hacen, me impondré entre día algunos pequeños sacrificios…, os ofreceré diariamente el rezo del Santo Rosario…, os consagraré los primeros sábados de mes, comulgando fervorosamente en honor vuestro…

  1. IV. Y tengo que pediros nuevos favores, ¡oh Corazón dulcísimo! Os lo expongo con plenísima confianza de obtenerlos, si convienen a mi eterna salvación. ¿No dijo vuestro Jesús: «Pídeme por el Corazón de mi Madre, y alcanzarás cuanto deseas»? Pues concededme que no vuelva a caer en el pecado…; que os ame en todos los instantes de mi vida…; que al acabarse este destierro, me llevéis a gozar de vuestras ternuras en el cielo…

Corazón dulcísimo de María, Vos me habéis de salvar…; yo recojo vuestra regaladísima promesa de asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para salvarse a cuantos hayan comulgado cinco primeros sábados de mes seguidos. Yo os daré ese consuelo, y confío en vuestra bondad y ternura.

Y ahora, ¡oh Corazón Inmaculado!, Vos conocéis mi debilidad…; dadme fuerza para vencer aquella dificultad…; para cortar con tal ocasión… Alcanzadme esa virtud que Jesús me pide hace tanto tiempo… Y el asunto que llevo entre manos.., y la preocupación que conocéis…, arregladlo todo para mayor gloria de Dios.

Os pido por mis padres, hermanos, amigos (por aquel especialmente que anda alejado de Dios)…, por la conversión de todos los pecadores, por la perseverancia de los justos, por el alivio de mis queridos difuntos…, por los sacerdotes, para que sean santos, por los misioneros…

Corazón bondadosísimo, dadme Vos mismo las gracias que sabéis serme necesarias…

  1. V. Despedida. ¡Qué dulce es, María, gozar de tu amor! ¡Qué hermoso y qué tierno tu gran Corazón! ¡Y qué bien se está a vuestro lado! Pero tengo que irme: me llaman mis obligaciones. ¡Corazón amantísimo de mi Madre! Me voy, pero quiero dejar mi corazón aquí a vuestro lado, encerrado en vuestro seno amoroso… A lo largo del día volverán a Vos mi recuerdo y los afectos de mi alma… Cuanto antes pueda volveré con algún pequeño obsequio practicado en vuestro honor, con algún pequeño sacrificio amorosamente aceptado en reparación de las injurias que se os hacen.

¡Oh Corazón de mi tierna Madre, adiós! Haced que sienta durante el día vuestra protección y vuestro amor. Ahora, recibid todo entero el del último de vuestros hijos… ¡Adiós!

Oración del Diario de Santa María Faustina Kowalska a la Virgen María

161 Oh María, Virgen Inmaculada,
Puro Cristal para mi corazón.
Tú eres mi fuerza, oh ancla poderosa,
Tú eres el escudo y la defensa para el corazón débil.

Oh María, Tú eres pura e incomparable,
Virgen y Madre a la vez,
Tú eres bella como el sol, sin mancha alguna,
Nada se puede comparar con la imagen de Tu alma.

Tu belleza encantó el ojo del tres veces Santo,
Y bajó del cielo, abandonando el trono de la sede eterna,
Y tomó el cuerpo y la sangre de Tu Corazón,
Durante nueve meses escondiéndose en el Corazón
de la Virgen.

Oh Madre, Virgen, nadie comprenderá,
Que el inmenso Dios se hace hombre,
Solo por amor y por su insondable, misericordia,
A través de Ti, oh Madre, viviremos con Él eternamente.

Oh María, Virgen Madre y Puerta Celestial,
A través de Ti nos has llegado la salvación,
Todas las gracias brotan para nosotros
A través de Tus manos,
Y me santificará solamente un fiel seguimiento a Ti.

Oh María, Virgen, Azucena más bella,
Tu Corazón fue el primer tabernáculo para Jesús
en la tierra,
Y eso porque Tu humildad fue la más profunda,
Y por eso fuiste elevada por encima de los coros de los
Ángeles y de los santos.

Oh María, dulce Madre mía,
Te entrego el alma, el cuerpo y mi pobre corazón,
Se [tú] la custodia de mi vida,
Y especialmente en la hora de la muerte,
en el último combate.

Virgen María, Madre mía.

Me consagro a ti y confío en tus manos toda mi existencia.
Acepta mi pasado con todo lo que fue.
Acepta mi presente con todo lo que es.
Acepta mi futuro con todo lo que será.

Con esta total consagración, te confío cuanto tengo y cuanto soy,
todo lo que he recibido de Dios.
Te confío mi inteligencia,
Mi voluntad, mi corazón.

Deposito en tus manos mi libertad;
mis ansias y mis temores;
mis esperanzas y mis deseos;
mis tristezas y mis alegrías.

Custodia mi vida y todos mis actos para que le sea más fiel al Señor,
y con tu ayuda alcance la salvación.

Te confío ¡Oh María!
Mi cuerpo y mis sentidos
para que se conserven puro
y me ayuden en el ejercicio de las virtudes.

Te confío mi alma para que Tú la preserves del mal.
Hazme partícipe de una santidad, igual a la tuya.
Hazme conforme a Cristo, ideal de mi vida.

Te confío mi entusiasmo
y el ardor de mi juventud,
Para que Tú me ayudes
a no envejecer en la fe.

Te confío mi capacidad y deseo de amar,
Enséñame y ayúdame a amar como Tú has amado
y como Jesús quiere que se ame.

Te confío mi incertidumbres y angustias,
para que en tu corazón yo encuentre
seguridad, sostén y luz,
en cada instante de mi vida.

Con esta consagración
me comprometo a imitar tu vida.
Acepto las renuncias y sacrificios
que esta elección comporta,

Y te prometo, con la gracia de Dios
y con tu ayuda,
ser fiel al compromiso asumido.
Oh María, soberana de mi vida
y de mi conducta

Dispón de mí y de todo lo que me pertenece,
para que camine siempre junto al Señor
bajo tu mirada de Madre.

¡Oh María!
Soy todo tuyo
y todo lo que poseo te pertenece
Ahora y siempre.
Amén

¡Oh Corazón de María, Madre de Dios y Madre nuestra; Corazón amabilísimo, objeto de las complacencias de la adorable Trinidad y digno de toda la veneración y ternura de los Angeles y de los hombres; Corazón el más semejante al de Jesús, del cual sois la más perfecta imagen; Corazón lleno de bondad y que tanto os compadecéis de nuestras miserias, dignaos derretir el hielo de nuestros corazones, y haced que vuelvan a conformarse con el Corazón del Divino Salvador. Infundid en ellas el amor de vuestras virtudes; inflamadlos con aquel dichoso fuego en que Vos estáis ardiendo sin cesar. Encerrad en vuestro seno la santa Iglesia; custodiadla, sed siempre su dulce asilo y su inexpugnable torre contra toda incursión de sus enemigos. Sed nuestro camino para dirigirnos a Jesús, y el conducto por el cual recibamos todas las gracias necesarias para nuestra salvación. Sed nuestro socorro en las necesidades, nuestra fortaleza en las tentaciones, nuestro refugio en las persecuciones, nuestra ayuda en todos los peligros; pero especialmente en los últimos combates de nuestra vida, a la hora de la muerte, cuando todo el infierno se desencadenará contra nosotros para arrebatar nuestras almas, en aquel formidable momento, en aquel punto terrible del cual depende nuestra eternidad. ¡Ah! Virgen piadosísima, hacednos sentir entonces la dulzura de vuestro maternal Corazón, y la fuerza de vuestro poder para con el de Jesús, abriéndonos en la misma fuente de la misericordia un refugio seguro, en donde podamos reunirnos para bendecirle con Vos en el paraíso por todos los siglos. Amén.

Jaculatoria. Sea por siempre y en todas partes conocido, alabado, bendecido, amado, servido y glorificado el divinísimo Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. Amén.

Santo Rosario

El Rosario, es la oportunidad que tenemos todos de experimentar en la fe ese amor a Dios en María Santísima.

Oraciones a Devociones

La oración en una advocación mariana, representa un valor común para todo un pueblo.