Ficha Técnica
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- Fiesta: Enero 1.
- Patrona: Iglesia Universal.
- Advocación: Theotókos.
- Significado del Nombre: La que dio a luz a Dios.
- Aprobación: Santa Sede (Vaticano)
La Solemnidad de Santa María Madre de Dios, es la primer Fiesta Mariana que apareció en la Iglesia Occidental, su celebración se comenzó a dar en Roma hacia el siglo VI, que se celebraba el 11 de octubre.
La antigüedad de la celebración mariana se constata en las pinturas con el nombre de “María, Madre de Dios” (Theotókos) que han sido encontradas en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma, donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa en tiempos de las persecuciones.
Los católicos, no veneramos a María como veneramos y adoramos a Dios. La honramos, la respetamos, la amamos y pedimos su intercesión, orando: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores”, porque Dios la honró eligiéndola para que fuera la Madre de Jesús, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, cuando Él se hizo carne y llegó a ser Hombre. Todos los católicos empezamos el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María.
Historia
Según un antiguo testimonio escrito en el siglo III, los cristianos de Egipto se dirigían a María con la siguiente oración: «Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desoigas la oración de tus hijos necesitados; líbranos de todo peligro, oh siempre Virgen gloriosa y bendita» (Liturgia de las Horas).
En el Siglo IV el término Theotokos se usaba con frecuencia en Oriente y Occidente porque ya había entrado a formar parte del patrimonio de la fe de la Iglesia.
El rito romano celebraba el 1º de enero, la octava de Navidad, conmemorando la circuncisión del Niño Jesús. Tras desaparecer la antigua fiesta mariana, en 1931, el Papa Pío XI, con ocasión del XV centenario del concilio de Éfeso (431), instituyó la Fiesta Mariana para el 11 de octubre, en recuerdo de este Concilio, en el que se proclamó solemnemente a Santa María como verdadera Madre de Cristo, que es verdadero Hijo de Dios; pero en la última reforma del calendario (luego del Concilio Vaticano II) se trasladó la fiesta al 1 de enero, con la máxima categoría litúrgica, de solemnidad, y con título de Santa María, Madre de Dios.
El Concilio de Éfeso
En el año de 431, el hereje Nestorio, un arzobispo de Constantinopla en el siglo V, enseñaban que Cristo era dos en uno: Jesús el hombre y el Hijo Divino de Dios; se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, afirmando: “Que no se condenara la mitología griega, que les atribuye una madre a los dioses”. Ante ello, se reunieron los 200 obispos del mundo en el Concilio de Éfeso (431 AD), (la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años) e iluminados por el Espíritu Santo declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios”. Es decir, que Cristo era una persona, no dos. La palabra que usaron fue Theotokos (“la que dio a luz a Dios” en griego). Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: «Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén».
Asimismo, San Cirilo de Alejandría resaltó: “El Verbo viviente, subsistente, fue engendrado por la misma substancia de Dios Padre, existe desde toda la eternidad… Pero en el tiempo Él se hizo carne, por eso se puede decir que nació de mujer”.
El Concilio de Calcedonia
El Concilio de Calcedonia (451 AD), siguió usando este término y afirmó que la Maternidad Divina de María como Dogma, una doctrina oficial de la Santa Iglesia Católica. Como Jesús es Dios, y María es su madre, ella es la Madre de Dios, la Madre del Mesías y la Madre de Cristo, nuestro Divino Salvador y llegó a ser ortodoxo en las enseñanzas cristianas.
“He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Es desde ese fiat, hágase que Santa María respondió firme y amorosamente al Plan de Dios; gracias a su entrega generosa Dios mismo se pudo encarnar para traernos la Reconciliación, que nos libra de las heridas del pecado.
Base Bíblica
Conocemos la gran verdad de que María es la Madre de Dios gracias al Evangelio de San Lucas, en el mensaje que el ángel le da a María: Tendrás un Hijo a quien podrás por nombre Jesús, y se le llamará el Hijo del Altísimo”. Cuando ella dijo “sí”, el Espíritu Santo creó en su vientre la naturaleza humana que asumiría Dios Hijo. Como la maternidad abarca a la persona y no solo a la naturaleza, y como María es la madre de Jesús, que es Dios verdadero y Hombre verdadero, ella recibe, con toda razón, el título de Madre de Dios. Después de que el ángel se le apareció y le dijo que ella sería la madre de Jesús, la Santísima virgen visitó a Isabel. Al escuchar el saludo de maría, Isabel dijo: «¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor?» [Lucas 1:43]. La Sagrada Escritura nos enseña que Jesús era Dios y también era hombre. Juan escribe: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” [Juan 1:14]. San Pablo se refiere a este suceso en su carta a los Gálatas diciendo, “Dios envió a su Hijo, nacido de mujer”, y también dice: “concebido eternamente por el Padre”. De modo que la Biblia enseña que María fue la madre de Jesús, Dios y Hombre, no en el sentido de que dio a luz a Jesús como Dios, sino en el sentido de que el Niño que ella llevó en su vientre tenía la naturaleza de Dios y la naturaleza Humana.
María es madre, amor, servicio, fidelidad, alegría, santidad, pureza. La Madre de Dios contempla en sus brazos la belleza, la bondad, la verdad con gozoso asombro y en la certeza del impenetrable misterio. Ella está a la cabeza de todos los santos, es la mayor, la llena de Gracia por la bondad, sabiduría, amor y poder de Dios; ella es la cumbre de toda posible fidelidad a Dios, amor humano en plenitud. No extraña el calificativo superlativo de «santísima» del pueblo entero cristiano y es que no hay en la lengua mayor potencia de expresión. Madre de Dios y también nuestra… y siempre atendiendo la oración.
Oración A la Santa Theotókos
Alégrate, exaltación, orgullo y buena herencia de las primicias de la creación.
Alégrate, gozo eterno y duradero de los ancestros.
Alégrate, gloria de Abraham y promesa de Dios.
Alégrate, bendición y doncella divina de todas las naciones.
Alégrate, vara de Aarón
Alégrate, puerta cerrada.
Alégrate, doncella llena de gracia, receptáculo del maná.
Alégrate, trono santificado y sin mancilla del Señor.
Alégrate, Virgen inmaculada que es vista con Dios.
Alégrate, madre gloriosa de la luz sin ocaso.
Alégrate, montaña. Alégrate, zarza ardiente. Alégrate, santa mesa.
Alégrate, mi Señora santísima, llena de gracia.
Alégrate, gloria de los monjes y esplendor de los justos.
Alégrate, muro y fundamento de la belleza de las vírgenes.
Alégrate, guía segura de los que viajan por el mar.
Alégrate, oh santísima paz de los que son atacados.
Alégrate, único consuelo poderoso de los que lloran.
Alégrate, camino seguro de los que viajan por tierra.
Alégrate, oh Theotokos, calma de los que están angustiados.
Alégrate, gozo, deleite y doncella de los afligidos.
Por ti, nuestra raza fue redimida de la maldición.
Por ti, fue hecha digna de las delicias del paraíso.
Por ti, se renovó toda la naturaleza humana.
Por ti, fue rejuvenecida la naturaleza corrompida en el pasado.
Por ti, la raza de Adán fue magnificada.
Por ti, fue digna de recibir la gracia, la gloria y la fortaleza.
Por ti, oh Madre y Virgen, se reconcilió con la Divinidad.
Por ti, oh Tú que diste a luz a Dios, fue liberada de la tiranía.
Por ti, fue digna de la bendición de Dios.
Por ti, el indigno e incurable sería sanado.
Por ti, disfrutó de la filiación y la salvación.
Por ti, disfrutó de la herencia celestial.