Nuestra Señora de la Caridad del Cobre

Nuestra Señora de la Caridad del Cobre

Ficha Técnica

Historia

La historia de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre empieza alrededor del año 1612 o a los inicios de 1613, fueron a buscar sal en la bahía de Nipe dos hermanos indios, Rodrigo y Juan de Hoyos y un negrito de nueve o diez años, Juan Moreno, conocidos por la tradición como «los tres Juanes». Su pueblo de Barajagua necesitaba la sal para conservar la carne en el matadero. Después de una violenta tormenta que podría haber destruido por completo su pequeño bote, los tres pudieron ver un bulto blanco a lo lejos flotando en el agua sobre un pedazo de madera.

Las olas trajeron una estatua de la bendita madre sosteniendo al niño Jesús. En la pizarra de madera estaba escrito. «Yo soy la Virgen de la Caridad». Los tres notaron que, aunque la estatua había estado flotando en las olas, estaba completamente seca.

Virgen de la Caridad

He aquí el relato de Juan Moreno, dado en 1687, cuando tenía ochenta y cinco años:
«… estando una mañana la mar calma salieron de dicho cayo Francés antes de salir el sol, los dichos Juan y Rodrigo de Hoyos y este declarante, embarcados en una canoa para la dicha salina, y apartados de dicho cayo Francés vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua, que no distinguieron lo que podía ser, y acercándose más les pareció pájaro y ramas secas. Dijeron dichos indios «parece una niña», y en estos discursos, llegados, reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora la Virgen Santísima con un Niño Jesús en los brazos sobre una tablita pequeña, y en dicha tablita unas letras grandes las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos, y decían: «Yo soy la Virgen de la Caridad», y siendo sus vestiduras de ropaje, se admiraron que no estaban mojadas. Y en esto, llenos de alegría, cogieron sólo tres tercios de sal y se vinieron para el Hato de Barajagua…»

Regresaron a Santiago del Prado, ahora conocido como El Cobre, y trajeron la estatua a su aldea de Barajagua. El administrador del término Real de Minas de Cobre, Don Francisco Sánchez de Moya, ordenó levantar una ermita para colocar la imagen y estableció a Rodrigo de Hoyos como capellán. Los lugareños creían que era un símbolo de que su Madre cuidaba de estar junto a sus hijos.

Una noche Rodrigo fue a visitar a la Virgen y notó que no estaba allí. Se organizó una búsqueda sin éxito. A la mañana siguiente, y para la sorpresa de todos, la Virgen estaba de nuevo en su altar, sin que se pudiera explicar, ya que la puerta de la ermita había permanecido cerrada toda la noche.

El hecho se repitió dos o tres veces más hasta que los de Barajagua pensaron que la Virgen quería cambiar de lugar. Así se trasladó en procesión, con gran pena para ellos, al Templo Parroquial del Cobre. La Virgen fue recibida con repique de campanas y gran alegría en su nueva casa, donde la situaron sobre el altar mayor. Así llegó a conocerse como la Virgen de la Caridad del Cobre.

En el Cobre se repitió la desaparición de la Virgen. Pensaron entonces que ella quería estar sobre las montañas de la Sierra Maestra. Esto se confirmó cuando una niña llamada Apolonia subió hasta el cerro de las minas de cobre donde trabajaba su madre. La niña iba persiguiendo mariposas y recogiendo flores cuando, sobre la cima de una de las montañas vio a la Virgen de la Caridad.

La noticia de la pequeña Apolonia causó gran revuelo. Unos creían, otros no, pero la niña se mantuvo firme en su testimonio. Allí llevaron a la Virgen.
Desde la aparición de la estatua, la devoción a la Virgen de la Caridad se propagó con asombrosa rapidez por toda la isla a pesar de las difíciles comunicaciones.
Fue en el Cobre, en 1801, que los mineros, alentados por el Padre Alejandro Ascanio, obtienen la libertad por Real Cédula del 7 de abril.

Pontificado

En 1916, el Papa Benedicto XV declaró a Nuestra Señora de la Caridad patrona de Cuba a pedido de los veteranos de la Guerra de Independencia de Cuba desde España.
Con los años se adquirió un recinto mayor para construir un nuevo santuario que pudiese acoger al creciente número de peregrinos, haciéndose la inauguración, con el traslado de la Virgen el día 8 de Septiembre de 1927. El santuario de Nuestra Señora fue elevado a la categoría de Basílica en 1977 por el Papa Pablo VI.

El Papa Juan Pablo II la coronó solemnemente de nuevo durante su visita apostólica el 24 de enero de 1998. El Papa Benedicto XVI, fue quien entregó una Rosa de Oro en honor a la imagen y a su santuario el 27 de marzo de 2012.

Papa Francisco en Cuba

Papa Francisco

Benedicto XVI - Virgen de la Caridad del Cobre

Papa Benedicto XVI

Juan Pablo II en Cuba

Papa San Juan Pablo II

Oración a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre

Virgen Santísima de la Caridad del Cobre,
Reina de la esperanza, Madre de bondad,
que derramas Luz bendita sobre los que padecen,
y, con amor maternal y corazón misericordioso,
amparas y otorgas tus favores
a todo el que se acerca a tu hermosa imagen
pidiendo ser escuchados,
y a todos los que te solicitan,
creyendo en tu inmensa gracia,
y con verdadera fe y firme esperanza,
ayuda y consuelo para remediar sus tribulaciones.

No olvides Virgen Santísima de la Caridad,
Madre de Dios y de los hombres
las tristezas e infortunios de la tierra.

Adorable Madre, Rosa del Cielo,
dicha del mundo, auxilio del pobre,
dirigid una mirada bondadosa sobre los que sufrimos
y luchamos con afán contra las adversidades.

Tened piedad de aquellos que pasan por males momentos
tened piedad de aquellos a quienes amamos,
tened piedad de los que lloramos y sufrimos,
y danos a todos auxilio, esperanza y paz.

Oh Sagrada Virgen, Madre de Caridad,
danos tu fuerza,
ayudanos en las pruebas diarias,
libranos de males, enfermedades e infortunios
y protegenos de peligros y enemigos.

Virgen de la Caridad, dulce consuelo,
con gran devoción, humildad y fervor,
hoy recurro a tu poderosa intercesión
para que te dignes por tu compasión y clemencia,
alcanzarme de tu amado Hijo y mi Dios,
solución a mis desesperados y difíciles problemas y necesidades:

(Presentar ahora con mucha confianza las peticiones).

Virgen Santísima de la Caridad del Cobre,
Celeste y dulce Señora,
escuchanos y atiendenos,
no dejes, oh Madre llena de benevolencia ,
que nos invada la ansiedad y el desconsuelo
no dejes oh Madre, que pasemos penurias y aflicciones,
de manera que provistos de las cosas necesarias
para la vida temporal,
podamos dedicarnos con mayor fervor
a la salvación de nuestra alma.

Por Cristo Nuestro Señor.

AMEN.

(con licencia eclesiástica)

Oraciones finales: Padre Nuestro, 3 Avemarías y Gloria al Padre