En mayo te ofrecemos este caminar de 31 días, con la intención de acercarnos a Dios a través de la oración y devoción a María Santísima, Nuestra Madre.
“El mes de mayo es el mes en el que las iglesias y en las casas particulares suben a María desde el corazón de los cristianos el más ferviente y afectuoso homenaje de su oración y de su veneración.” Pablo VI Carta Encíclica «MENSE MAIO» (29 de abril de 1965)
Los esperamos en este 2024 sus amigos de Virgen Santa Maria.org
Gracias a todos por su acompañamiento, su permanencia y paciencia. Agradezco a Dios que haya sembrado esa disposición y fervor para Nuestra Santísima Madre.
Ha sido una experiencia muy bella caminar junto a ustedes como una gran familia espiritual durante cada día de oración.
Que Dios los bendiga y que María santísima los cubra con su manto. Bendiciones.
Oración Inicial
Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos, abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve,oh rayo del Sol verdadero;
Salve, destello de Luz sin ocaso.
Salve, fulgor que iluminas las mentes;
Salve, cual trueno enemigos aterras».
Magisterio:
«Todas las generaciones me llamarán bienaventurada» (Lc 1, 48): «La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano». La Santísima Virgen «es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de ’Madre de Dios’, bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades…; encuentra su expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios y en la oración mariana, como el Santo Rosario, «síntesis de todo el Evangelio». (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 971)
Meditar:
Los 3 nombres con que es señalada: María, significa «amada de Dios», es el primer paso hacia lo que Dios quería hacer de Ella; «colmada de favores celestiales» (llena de gracia), es lo que el Señor está realizando en ella; «esclava del Señor», es la justa respuesta de la creatura humana a las peticiones divinas.
Reto:
Conságrate diariamente a la Santísima Virgen por medio de una breve oración. Esta práctica, es muy agradable a la Santísima Virgen y muy ventajosa para los que la observan. Santa Magdalena de Pazzis decía muchas veces al día: «¡Oh María! yo me consagro a ti toda entera; dígnate a recibirme y conservarme».
Oración Final – Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.
Ya que me proteges tanto como verdadera Madre, haz que me bendigan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén
Oración Inicial
Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos, abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, firmísimo alcázar de toda la Iglesia;
Salve, muralla invencible de todo el Imperio.
Salve, por ti enarbolamos trofeos;
Salve, por ti sucumbió el adversario».
Magisterio:
Según cuenta la tradición, en la segunda mitad del siglo XV, la Santísima Virgen María se le apareció al Beato dominico Alano de la Rupe, quien escribió el famoso libro “De Dignitate Psalterii” (De la dignidad del Salterio de María), en el cual relata cómo la Virgen pide a Santo Domingo de Guzmán que propague el rezo del Santo Rosario.
Meditar:
En el Rosario, meditamos los misterios de Jesús. Meditemos alguna vez el Avemaría palabra por palabra, dirigiéndonos a María con amor de hijos y haciéndole sentir de nuevo la alegría que sintió ante las palabras de Gabriel, de Isabel, y que la mueven a ayudarnos con la súplica añadida por la Iglesia. Preguntémonos si hemos comprendido la importancia y la riqueza del Rosario.
Reto:
Rezar un rosario por la salud del mundo. Para el padre Pío, al igual que para muchos otros santos, la corona del Rosario era el arma (así la llamaba) para derrotar al enemigo.
Oración Final – Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.
Ya que me proteges tanto como verdadera Madre, haz que me bendigan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén
Oración Inicial
Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos, abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, carroza del Santo que portan querubes;
Salve, sitial del que adoran sin fin serafines.
Salve, tú sola has unido dos cosas opuestas;
Salve, tú sola a la vez eres Virgen y Madre».
Magisterio:
La Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros de su cuerpo. (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 974)
Meditar:
Es claro que ningún título mariano ofusca, sino que ilustra la misión de salvación y de gracia que nos viene de Cristo. No temer nunca que, al alabar a María, se le quite algo a Jesús; al contrario, se glorifica a la fuente de todos los dones recibidos por María.
Reto:
Prender una vela o cirio a María, con la idea de acostumbrarnos a invocar a María en todas las situaciones en que nos encontremos, y particularmente en los peligros del alma. Esta práctica ha sido la de todos los verdaderos devotos de María, y particularmente la de San Agustín, San Juan Damasceno, San Buenaventura, San Bernardo y Santo Domingo.
Oración Final – Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.
Ya que me proteges tanto como verdadera Madre, haz que me bendigan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén
Oración Inicial
Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos, abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, carroza del Santo que portan querubes;
Salve, sitial del que adoran sin fin serafines.
Salve, tú sola has unido dos cosas opuestas;
Salve, tú sola a la vez eres Virgen y Madre».
Magisterio:
María conoce todos nuestros negocios, sabe los auxilios que necesitamos, ve los peligros públicos o particulares que nos amenazan, y los trabajos que nos afligen; pero singularmente descubre los terribles enemigos con quienes tenemos que luchar para la salvación de nuestras almas, Y en todas estas pruebas y peligros, cualesquiera que sean, María puede eficazmente, y desea ardientemente, venir en auxilio de sus amados hijos. (MAGNAE DEI MATRIS, S.S. LEÓN XIII, 1892)
Meditar:
Piensa cómo es el corazón de María, en el que estás invitado a reposar para encontrar paz y seguridad, es el corazón de una Madre que fue traspasado de dolor al ver morir a su divino Hijo en la cruz por nosotros. Contempla este corazón traspasado por la espada. Pídele perdón por las veces que has aumentado su sufrimiento por tus pecados o por no acoger la salvación que viene de Dios.
Reto:
Rezar por las almas del purgatorio, y particularmente por las que hayan sido devotas de la Santísima Virgen. Ella misma declaró a Santa Brígida que era la Madre de estas benditas almas y que nada había más agradable a sus ojos, que ayudarlas a salir cuanto antes de sus penas.
Oración Final – Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.
Ya que me proteges tanto como verdadera Madre, haz que me bendigan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén
Oración Inicial
Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos, abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, frutal exquisito que nutre a los fieles;
Salve, ramaje frondoso que a todos cobija.
Salve, llevaste en el seno quien guía al errante;
Salve, al mundo entregaste quien libra al esclavo».
Magisterio:
Antigua es la piedad de los fieles cristianos para con la Santísima Virgen María, que sienten en su alma, que, en el primer instante de su creación e infusión en el cuerpo, fue preservada inmune de la mancha del pecado original, por singular gracia y privilegio de Dios, en atención a los méritos de su Hijo Jesucristo, ….. Por la gracia proveniente del Espíritu Santo; y deseando conservar en la grey de Cristo la unidad del espíritu en los vínculos de la paz. (Efes. 4, 3) (SOLLICITUDO OMNIUM ECCLESIARUM, SS. Alejandro VII, 1661)
Meditar:
El matrimonio con José parecía romper y anular su propósito de total pertenencia al Señor. No dejó de confiar en el Señor, si quería esto de ella, le facilitaría el observar la virginidad aun en el matrimonio. La disposición a cumplir la voluntad de Dios nunca nos va a hacer sentir frustrados, aunque los acontecimientos nos lleven fuera de nuestros proyectos y de nuestras aspiraciones.
Reto:
Celebrar, hacer celebrar, o por lo menos oír misa en honor de María. El Santo Sacrificio no puede ofrecerse sino a Dios; pero según el Santo Concilio de Trento, se puede ofrecer a Dios para darle gracias por las que ha concedido a su divina Madre y a los Santos, para que honrando su memoria se digne interceder por nosotros.
Oración Final – Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.
Ya que me proteges tanto como verdadera Madre, haz que me bendigan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén
Oración Inicial
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que ha acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado de ti.
Animado por esta confianza, a ti acudo, Oh madre, Virgen de Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no deseches mis suplicas, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, oh tienda del Verbo divino;
Salve, más grande que el gran Santuario.
Salve, oh Arca que Espíritu dora;
Salve, tesoro inexhausto de vida».
Magisterio:
Todos los títulos atribuidos a la Virgen se fundamentan en su vocación de Madre del Redentor, la criatura humana elegida por Dios para realizar el plan de la salvación, centrado en el gran misterio de la encarnación del Verbo divino. (Papa Benedicto XVI, 2008)
Meditar:
Las apariciones de María, sean de un valor personal o de valor para la humanidad hacen parte de su misión de Madre nuestra. La actitud de quien corre de una aparición a otra, buscando el último mensaje, es una curiosidad inútil. Debemos escuchar las palabras de la Virgen: «Hagan lo que Él les diga», es decir, como un llamado fuerte a hacer caso a las palabras de Cristo, “Si no se convierten, todos perecerán igualmente” (Lc 13,5).
Reto:
Rezar con devoción el Rosario, práctica que fue inspirada a Santo Domingo por la Santísima Virgen, y le declaró que sería como una lluvia celestial que produciría abundantes frutos. Esta devoción ha sido la de San Carlos Borromeo y de San Francisco de Sales, que rezaban todos los días el Santo Rosario de rodillas.
Oración Final – Salve
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Oración Inicial
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que ha acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado de ti.
Animado por esta confianza, a ti acudo, Oh madre, Virgen de Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no deseches mis suplicas, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, mansión que contiene el Inmenso;
Salve, dintel del augusto Misterio.
Salve, de incrédulo equívoco anuncio;
Salve, del fiel inequívoco orgullo».
Magisterio:
Te saludamos Oh María, Madre de Dios, verdadero tesoro de todo el universo, antorcha que jamás se apagará, templo que nunca será destruido, sitio de refugio para todos los desamparados, por quien ha venido al mundo el que es bendito por los siglos. Por ti la Trinidad ha recibido más gloria en la tierra; por ti la cruz nos ha salvado; por ti los cielos se estremecen de alegría y los demonios son puestos en fuga; el enemigo del alma es lanzado al abismo y nosotros débiles criaturas somos elevados al puesto de honor. (San Cirilo, Concilio de Efeso (431))
Meditar:
El candor de María nos encanta. Su secreto fue la obediencia a los llamados del Espíritu Santo. Quien se preocupa por agradar a Dios, confía en su ayuda y tiene la gracia de vencer obstáculos que parecen invencibles.
Reto:
Nueve Avemarías hoy que la Iglesia celebra a María Auxiliadora para honrar con esta salutación los nueve meses que llevó en su seno virginal a Jesucristo; San Luis Gonzaga no dejó nunca de observar esta piadosa práctica, por la que obtuvo de María la gracia de no ser ingrato.
Oración Final – Salve
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Oración Inicial
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que ha acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado de ti.
Animado por esta confianza, a ti acudo, Oh madre, Virgen de Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no deseches mis suplicas, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, azucena de intacta belleza;
Salve, corona de noble firmeza.
Salve, la suerte futura revelas;
Salve, la angélica vida desvelas».
Magisterio:
María es la Theotokos, no porque ella existiese antes de Dios o hubiese creado a Dios. Dios es eterno y María Santísima es una criatura de Dios. Pero Dios quiso nacer de mujer. La persona que nace de María es divina por lo tanto ella es madre de Dios. (San Cirilo, Concilio de Efeso (431))
Meditar:
La Inmaculada Concepción nos empuja a la lucha incesante contra el pecado, nos exhorta a mejorarnos a nosotros mismos y a hacer de nuestra vida un continuo camino de conversión y de purificación para tender a aquella santidad a la que Dios nos llama.
Reto:
Orar una decena o un misterio, estrechando contra tu corazón el Rosario, una medalla o una imagen de la Santísima Virgen. San Luis María de Montfort, Santa Teresa de Lisieux y Santa Bernadette Soubirous aprendieron a rezar el Rosario cuando era niños. estas demostraciones de amor agradan mucho a la Santísima Virgen y nos atraen sus gracias.
Oración Final – Salve
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Oración Inicial
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que ha acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado de ti.
Animado por esta confianza, a ti acudo, Oh madre, Virgen de Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no deseches mis suplicas, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, de nuevo engendraste al nacido en deshonra;
Salve, talento infundiste al hombre insensato.
Salve, anulaste a Satán seductor de las almas;
Salve, nos diste al Señor sembrador de los castos».
Magisterio:
Los relatos evangélicos presentan la concepción virginal como una obra divina que sobrepasa toda comprensión y toda posibilidad humana: «Lo concebido en ella viene del Espíritu Santo», dice el ángel a José a propósito de María, su desposada (Mt 1, 20). La Iglesia ve en ello el cumplimiento de la promesa divina hecha por el profeta Isaías: «He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo». (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 497)
Meditar:
Las relaciones entre María y José, dado que su unión había sido querida por Dios plenamente en función de Jesús, eran de extremo respeto y comprensión, no había las comunes relaciones conyugales, sino que estaba el verdadero amor, el amor que no se basa en los sentidos.
Reto:
Además de la ayuda de María, invoquemos la ayuda de San José, sintiendo que hemos sido confiados a él como miembros del cuerpo de Cristo. Hacer una oración a la sagrada familia.
Oración Final – Salve
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Oración Inicial
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que ha acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado de ti.
Animado por esta confianza, a ti acudo, Oh madre, Virgen de Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no deseches mis suplicas, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, inefable, la Luz alumbraste;
Salve, a ninguno dijiste el secreto.
Salve, del docto rebasas la ciencia;
Salve, del fiel iluminas la mente».
Magisterio:
En fin, por medio de María, el Espíritu Santo comienza a poner en Comunión con Cristo a los hombres «objeto del amor benevolente de Dios», y los humildes son siempre los primeros en recibirle: los pastores, los magos, Simeón y Ana, los esposos de Caná y los primeros discípulos. (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 725)
Meditar:
El corazón de María destaca su amor total, amor de todo su ser, hacia Jesús y hacia todos sus hijos. El corazón de una madre invita y convence con fuerza y dulzura. Honrar el corazón de María, significa honrar un corazón totalmente puro.
Reto:
Esfuérzate en luchar contra tu defecto o tentación dominante en honor de la virgen María, rezando el Salve al final del día. Por medio de esta práctica ahuyentaba San Benito al demonio siempre que le atacaba.
Oración Final – Salve
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Oración Inicial
Pequeña y dulce María, princesa mía, sin pecado concebida, estrella de mis días y desde niña la más perfecta profecía. Ilumina esta vida mía, a veces enceguecida, sin ansias ni dicha y totalmente empobrecida. Hazme, pequeña María, luz en estos días y resplandor en la oscuridad del alma mía. Hazme niño, pequeñito y dulcísimo para que el Buen Dios escriba lo que ha querido de esta vida, para su gloria y como verdad que ilumina. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve,columna de sacra pureza;
Salve, umbral de la vida perfecta.
Salve, tú inicias la nueva progenie;
Salve, dispensas bondades divinas».
Magisterio:
«Esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el consentimiento que dio fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la realización plena y definitiva de todos los escogidos. En efecto, con su asunción a los cielos, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna… Por eso la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora». (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 969)
Meditar:
Es claro que ningún título mariano ofusca, sino que ilustra la misión de salvación y de gracia que nos viene de Cristo. Los textos oficiales de la iglesia contienen con claridad los fundamentos en virtud de los cuales llamamos a María «mediadora de todas las gracias».
Reto:
Contraer la costumbre en tu familia, cenáculo, grupo o fraternidad, dedicar un tiempo de hablar de María, de sus prerrogativas, y de la necesidad que tenemos de su socorro para obtener las gracias del cielo.
Oración Final – Regina Coeli
V. Reina del cielo, alégrate; aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya;
V. Resucitó según dijo; aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
R. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.
Oración
¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de su Madre, la Virgen María, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Oración Inicial
Pequeña y dulce María, princesa mía, sin pecado concebida, estrella de mis días y desde niña la más perfecta profecía. Ilumina esta vida mía, a veces enceguecida, sin ansias ni dicha y totalmente empobrecida. Hazme, pequeña María, luz en estos días y resplandor en la oscuridad del alma mía. Hazme niño, pequeñito y dulcísimo para que el Buen Dios escriba lo que ha querido de esta vida, para su gloria y como verdad que ilumina. Amén
Del himno Akáthistos a la Madre de Dios
«Salve,oh rayo del Sol verdadero;
Salve, destello de Luz sin ocaso.
Salve, fulgor que iluminas las mentes;
Salve, cual trueno enemigos aterras».
Magisterio
«El Espíritu Santo le sugirió que se quedase también Ella, después de la Ascensión de Nuestro Señor, en el Cenáculo, recogida en oración y en espera junto con los Apóstoles hasta el día de Pentecostés, en que debía casi visiblemente nacer la Iglesia, saliendo de la oscuridad. Posteriormente todas las generaciones de discípulos y de cuantos confiesan y aman a Cristo —al igual que el apóstol Juan— acogieron espiritualmente en su casa a esta Madre, que así, desde los mismos comienzos, es decir, desde el momento de la Anunciación, quedó inserida en la historia de la salvación y en la misión de la Iglesia.” – (San Juan Pablo II, Redemptor hominis,22)
Meditar
Santa María está entre los discípulos en Pentecostés como maestra de oración que los prepara a recibir al Espíritu: su venida se realiza en un contexto de oración. El mismo Espíritu que había preparado y transformado a María, ahora prepara, transforma y renueva a la Iglesia de la primera comunidad. En toda comunidad cristiana, animada por el Espíritu Santo, en cada uno de nuestros corazones que quieren servir a Dios nuestro Señor y a la Santa Iglesia, debe estar presente la Bendita Virgen María, nuestra Madre, la Esposa de Dios Espíritu Santo, porque “ubi Mater, ibi Filius”, donde está la Madre, allí está el Hijo.
Reto:
La oración de María: favorece la venida del Espíritu, solicitando su acción en el corazón de los discípulos y en el mundo. Reza la oración de «Ven, Espíritu Creador»
Oración Final – Regina Coeli
V. Reina del cielo, alégrate; aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya;
V. Resucitó según dijo; aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
R. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.
Oración
¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de su Madre, la Virgen María, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Oración Inicial
Pequeña y dulce María, princesa mía, sin pecado concebida, estrella de mis días y desde niña la más perfecta profecía. Ilumina esta vida mía, a veces enceguecida, sin ansias ni dicha y totalmente empobrecida. Hazme, pequeña María, luz en estos días y resplandor en la oscuridad del alma mía. Hazme niño, pequeñito y dulcísimo para que el Buen Dios escriba lo que ha querido de esta vida, para su gloria y como verdad que ilumina. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, oh mar que sumerge al cruel enemigo;
Salve, oh roca do beben sedientos de Vida.
Salve, columna de fuego que guía en tinieblas;
Salve, amplísima nube que cubres el mundo».
Magisterio:
Pero su papel con relación a la Iglesia y a toda la humanidad va aún más lejos. «Colaboró de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra Madre en el orden de la gracia». (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 968)
Meditar:
Piensa en la fe tan grande que tenía la Virgen María y en cómo te enseña a creer. Ella, por su fe, vive constantemente en presencia de Dios, sin otra intención que la de obrar siempre en conformidad con la voluntad divina y abandonándose en los brazos de Dios. ¿Vives tú esto como lo vivió María?
Reto:
Propongámonos no negarnos nunca a todo aquello que se nos pida por la Santísima Virgen ó en su nombre. (Recuerda una cosa no has entregado o cambiado, que Ella te pide) San Gerardo, primer obispo y primer mártir de Hungría, se había acostumbrado de tal manera á esta práctica que no faltó á ella ni una sola vez.
Oración Final – Regina Coeli
V. Reina del cielo, alégrate; aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya;
V. Resucitó según dijo; aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
R. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.
Oración
¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de su Madre, la Virgen María, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Oración Inicial
Pequeña y dulce María, princesa mía, sin pecado concebida, estrella de mis días y desde niña la más perfecta profecía. Ilumina esta vida mía, a veces enceguecida, sin ansias ni dicha y totalmente empobrecida. Hazme, pequeña María, luz en estos días y resplandor en la oscuridad del alma mía. Hazme niño, pequeñito y dulcísimo para que el Buen Dios escriba lo que ha querido de esta vida, para su gloria y como verdad que ilumina. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve,oh tallo del verde Retoño;
Salve, oh rama del Fruto incorrupto.
Salve, al pío Arador tú cultivas;
Salve, tú plantas quien planta la vida».
Magisterio:
Para ser la Madre del Salvador, María fue «dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante» El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como «llena de gracia» (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente poseída por la gracia de Dios. (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 490)
Meditar:
A lo largo de la historia de la Iglesia el papel de María ha sido estudiado y profundizado. No sabemos los planes de Dios sobre María, pero sabemos la ayuda que nos da ahora, como madre nuestra en orden a la salvación; en especial en orden a la lucha contra el pecado y su fuerza contra satanás debido a sus virtudes, que es un modelo también para nosotros.
Reto:
Tengamos un particular afecto hoy a la santa virtud de la castidad a través de la conversión y purificación en la lectura del Evangelio de Lucas 1, 26-80, en honor de la Santísima Virgen. Por este medio agradaron a María y obtuvieron de Ella infinitas gracias, San Alejo, San Eduardo y San Eleázaro.
Oración Final – Regina Coeli
V. Reina del cielo, alégrate; aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya;
V. Resucitó según dijo; aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
R. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.
Oración
¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de su Madre, la Virgen María, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Oración Inicial
Pequeña y dulce María, princesa mía, sin pecado concebida, estrella de mis días y desde niña la más perfecta profecía. Ilumina esta vida mía, a veces enceguecida, sin ansias ni dicha y totalmente empobrecida. Hazme, pequeña María, luz en estos días y resplandor en la oscuridad del alma mía. Hazme niño, pequeñito y dulcísimo para que el Buen Dios escriba lo que ha querido de esta vida, para su gloria y como verdad que ilumina. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, nos diste el Maná verdadero;
Salve, nos sirves Manjar de delicias.
Salve, oh tierra por Dios prometida;
Salve, en ti fluyen la miel y la leche».
Magisterio:
Lo que la fe católica cree acerca de María se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo. (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 487)
Meditar:
«Per Mariam ad Iesum»: cuando se va a María se encuentra Jesús. Su poder de intercesión nunca está en contraposición con los planes divinos. No pide en Caná los sirvientes que le obedezcan a ella, sino a Jesús. Sus últimas palabras, «Hagan lo que El les diga».
Reto:
Renovemos nuestra fe en la persona de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. Invocar hoy la presencia de Jesús entre los esposos y en las familias. (Mateo 18:20 «Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos».)
Oración Final – Regina Coeli
V. Reina del cielo, alégrate; aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya;
V. Resucitó según dijo; aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
R. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.
Oración
¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de su Madre, la Virgen María, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Oración Inicial
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, camino a la santa templanza;
Salve, alegría de todas las gentes.
Salve, de vírgenes Madre y Maestra;
Salve, al Esposo conduces las almas.
Salve,¡Virgen y Esposa!»
Magisterio:
“María es, en fin, una mujer que ama. ¿Cómo podría ser de otro modo? Como creyente, que en la fe piensa con el pensamiento de Dios y quiere con la voluntad de Dios, no puede ser más que una mujer que ama.” (Benedicto XVI, Carta Encíclica, Deus Caritas, 2005)
Meditar:
María se santificó en la vida de ama de casa, se empleaba para el Hijo de Dios; pero todas las madres, todos los padres se entregan por los hijos de Dios desde el momento que Jesús dijo lo que hacen a los demás se los hacemos a Él.
Reto:
Dar gracias al Eterno Padre por la compresión del valor de la vida ordinaria, oculta, monótona, la cual es necesario que esté entretejida de oración. Con esta intención se deben rezar tres Padre nuestros, tres Ave Marías y tres Glorias en honor de las tres personas de la Santísima Trinidad. Esta práctica fue revelada por la Santísima Virgen añadiendo que era muy de su agrado. (Referida por San Alfonso Ligorio.)
Oración Final – Ave Maris Stella
Salve, estrella de mar, augusta madre de Dios, siempre virgen, orgullosa puerta del cielo.
Recibiendo este saludo de la boca de Gabriel, danos la paz, regresando el nombre de Eva.
Libera las ataduras de los culpables, concede la luz a los ciegos, líbranos de nuestros males, danos los bienes.
Muéstrate madre nuestra que reciba en tí nuestras plegarias aquel que, nacido por nosotros, ha querido ser tuyo.
Virgen única, dulce entre todas, haces que, liberados de nuestras faltas, seamos siempre dulces y castos.
Danos una vida pura, llévanos al camino seguro, de forma que, viendo a Jesús, compartamos sin fin tu alegría.
Gloria a Dios Padre, honor a Cristo soberano, al Espíritu Santo, a los tres un solo y único honor. Amén!
Oración Inicial
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, diadema preciosa de reyes devotos;
Salve, orgullo glorioso de sacros ministros.
Salve, firmísimo alcázar de toda la Iglesia;
Salve, muralla invencible de todo el Imperio».
Magisterio:
La Virgen María no es sólo la Madre que nos espera sino también la Purísima que es icono de la Iglesia, símbolo y anticipación de la humanidad transfigurada por la gracia, modelo y esperanza segura para cuantos avanzan hacia la Jerusalén del cielo.”. (Orientale Lumen 2-5-1995, n.6)
Meditar:
Comprender el ministerio de Cristo, Dios y hombre, comprender el ministerio de la Iglesia, en su aspectos humanos y divinos. María «Madre de la Iglesia» nos habla de su amor y de su preocupación por esta obra de su Hijo. A ejemplo de María, es necesario conocer y amar la Iglesia para participar de los frutos de la redención.
Reto:
Repite durante el día:» María, Madre de Dios, Madre de la Iglesia» y esfuérzate para imitar en su amor a Dios y al prójimo.
Oración Final – Ave Maris Stella
Salve, estrella de mar, augusta madre de Dios, siempre virgen, orgullosa puerta del cielo.
Recibiendo este saludo de la boca de Gabriel, danos la paz, regresando el nombre de Eva.
Libera las ataduras de los culpables, concede la luz a los ciegos, líbranos de nuestros males, danos los bienes.
Muéstrate madre nuestra que reciba en tí nuestras plegarias aquel que, nacido por nosotros, ha querido ser tuyo.
Virgen única, dulce entre todas, haces que, liberados de nuestras faltas, seamos siempre dulces y castos.
Danos una vida pura, llévanos al camino seguro, de forma que, viendo a Jesús, compartamos sin fin tu alegría.
Gloria a Dios Padre, honor a Cristo soberano, al Espíritu Santo, a los tres un solo y único honor. Amén!
Oración Inicial
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, por ti con la tierra exultan los cielos;
Salve, por ti con los cielos se alegra la tierra.
Salve, de Apóstoles boca que nunca enmudece;
Salve, de Mártires fuerza que nadie somete».
Magisterio:
”El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor”. (San Juan Pablo II, Rosarium Virginis Mariae, 2002)
Meditar:
Hoy es la fiesta de Nuestra Señora de Fátima. La Madre de Dios viene con frecuencia para visitarnos y recordarnos que tenemos que convertirnos. Piensa en cómo le gusta a ella manifestarse a los más pequeños y cómo tú también debes hacerte pequeño. La infancia espiritual es el camino para el Cielo, es hacer por virtud lo que un niño hace por naturaleza. No se trata de ser infantil, sino de reconocerse pequeño ante Dios, necesitado de Él, y confiarse a Él por completo.
Reto:
Rezar hoy un rosario por aquella intención que Dios ponga en tu corazón.
Oración Final – Ave Maris Stella
Salve, estrella de mar, augusta madre de Dios, siempre virgen, orgullosa puerta del cielo.
Recibiendo este saludo de la boca de Gabriel, danos la paz, regresando el nombre de Eva.
Libera las ataduras de los culpables, concede la luz a los ciegos, líbranos de nuestros males, danos los bienes.
Muéstrate madre nuestra que reciba en tí nuestras plegarias aquel que, nacido por nosotros, ha querido ser tuyo.
Virgen única, dulce entre todas, haces que, liberados de nuestras faltas, seamos siempre dulces y castos.
Danos una vida pura, llévanos al camino seguro, de forma que, viendo a Jesús, compartamos sin fin tu alegría.
Gloria a Dios Padre, honor a Cristo soberano, al Espíritu Santo, a los tres un solo y único honor. Amén!
Oración Inicial
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, inefable, la Luz alumbraste;
Salve, a ninguno dijiste el secreto.
Salve, del docto rebasas la ciencia;
Salve, del fiel iluminas la mente».
Magisterio:
“Nos acompaña en este camino la Santísima Virgen, e invocado como «Estrella de la nueva evangelización». La indico aún como aurora luminosa y guía segura de nuestro camino. «Mujer, he aquí tus hijos», le repito, evocando la voz misma de Jesús (Jn 19,26), y haciéndome voz, ante ella, del cariño filial de toda la Iglesia.”. (San Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte)
Meditar:
Examinar nuestro compromiso de conversión y de purificación continua, nuestra preparación. Recurrir a la ayuda de María, a sus advocaciones, a sus oraciones, especialmente en las luchas contra las tentaciones. Y confiar en el poder de María de interceder por nosotros.
Reto:
Rezar un Ave María siempre que nos despertamos por la noche, a fin de tener siempre a la Santísima Virgen presente en nuestro espíritu. Santa Matilde no omitió nunca esta piadosa práctica, y dice que todos los que la siguieron fielmente recogieron copiosos frutos.
Oración Final – Ave Maris Stella
Salve, estrella de mar, augusta madre de Dios, siempre virgen, orgullosa puerta del cielo.
Recibiendo este saludo de la boca de Gabriel, danos la paz, regresando el nombre de Eva.
Libera las ataduras de los culpables, concede la luz a los ciegos, líbranos de nuestros males, danos los bienes.
Muéstrate madre nuestra que reciba en tí nuestras plegarias aquel que, nacido por nosotros, ha querido ser tuyo.
Virgen única, dulce entre todas, haces que, liberados de nuestras faltas, seamos siempre dulces y castos.
Danos una vida pura, llévanos al camino seguro, de forma que, viendo a Jesús, compartamos sin fin tu alegría.
Gloria a Dios Padre, honor a Cristo soberano, al Espíritu Santo, a los tres un solo y único honor. Amén!
Oración Inicial
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, sagrario de arcana Sapiencia;
Salve, despensa de la Providencia.
Salve, por ti se confunden los sabios;
Salve, por ti el orador enmudece».
Magisterio:
«Todos los santos han sido siervos de María y todos los verdaderos siervos de María han sido santos» (San Claudio La Colombière, S.I.).
Meditar:
Piensa en el amor de María: su amor a Dios, su amor al prójimo, su amor a ti. Ella es el modelo de cómo debes amar. Amó a Dios con todo su corazón, con toda su mente y con todo su ser; amó al prójimo como a sí misma. Nunca fue impaciente, nunca pronunció una palabra dura, nunca odió, nunca despreció a nadie… Te ama con un corazón de madre y te pide un amor de hijo.
Reto:
Honrar a la Santísima Virgen el día del sábado que le está dedicado. San Luis, rey de Francia, tenía la costumbre de lavar los pies a los pobres en este día. Practiquemos, a ejemplo de este gran siervo, algunas obras de misericordia en honor de la Santísima Virgen durante el día del sábado.
Oración Final – Ave Maris Stella
Salve, estrella de mar, augusta madre de Dios, siempre virgen, orgullosa puerta del cielo.
Recibiendo este saludo de la boca de Gabriel, danos la paz, regresando el nombre de Eva.
Libera las ataduras de los culpables, concede la luz a los ciegos, líbranos de nuestros males, danos los bienes.
Muéstrate madre nuestra que reciba en tí nuestras plegarias aquel que, nacido por nosotros, ha querido ser tuyo.
Virgen única, dulce entre todas, haces que, liberados de nuestras faltas, seamos siempre dulces y castos.
Danos una vida pura, llévanos al camino seguro, de forma que, viendo a Jesús, compartamos sin fin tu alegría.
Gloria a Dios Padre, honor a Cristo soberano, al Espíritu Santo, a los tres un solo y único honor. Amén!
Oración Inicial
¡Oh María!
Transforma mi corazón como el tuyo;
Colócale alrededor una corona de pureza adornada con virtud;
Toma mi corazón, querida Madre consagrado como tuyo propio;
Preséntaselo a Dios Padre como una ofrenda de mí para ti.
Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, de fe inconcuso cimiento;
Salve, fulgente estandarte de gracia.
Salve, por ti es despojado el averno;
Salve, por ti revestimos la gloria».
Magisterio:
La familia nunca es tan familia como el día de la Madre; la Iglesia nunca es tan Iglesia como el día de la Madre, de la Madre de Cristo y Madre nuestra. Es la Madre como cuando pequeños a descansar en su regazo, ¡qué día de tantas emociones para los hijos de María!; (San Alberto Hurtado Cruchaga)
Meditar:
Los pastores se acercan a la gruta, es Ella la que presenta a Jesús, sabe y no duda en revelar las grandezas de Dios; presentando, ofreciendo y colaborando desde los comienzos con su misión. Es necesario hacernos pequeños, «hacernos como niños», para comprender los secretos de Dios.
Reto:
Visita presencial o virtual alguna iglesia consagrada a la Santísima Virgen. San Enrique, emperador, luego de que entraba en una ciudad, iba a tributar sus homenajes a la Santísima Virgen en las iglesias consagradas a su nombre.
Oración Final – Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh María!
Transforma mi corazón como el tuyo;
Colócale alrededor una corona de pureza adornada con virtud;
Toma mi corazón, querida Madre consagrado como tuyo propio;
Preséntaselo a Dios Padre como una ofrenda de mí para ti.
Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, abismo insondable a los ojos del ángel;
Salve, tú eres de veras el trono del Rey;
Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene;
Salve, lucero que el Sol nos anuncia.»
Magisterio:
María entró en la historia de la salvación del mundo mediante la obediencia de la fe. Y la fe, en su esencia más profunda, es la apertura del corazón humano ante el don: ante la auto comunicación de Dios por el Espíritu Santo.”. (San Juan Pablo II – Encíclica Dominum et Vivificantem)
Meditar:
Cuando la Biblia nos habla de la fe de Abrahán, nos dice que creyó contra toda esperanza, es decir, contra toda evidencia de los hechos. San Juan Pablo II se atrevió a decir que la fe de María fue más grande que la fe de Abrahán: «Abrahán no vio morir a su hijo, María sí. Y de todos modos creyó.
Reto:
Hoy trata de imitar a la Virgen en esta actitud suya de estar atenta a los demás, tratando de descubrir las necesidades de los que te rodean y ayudándolos, en la medida de tus posibilidades. Hazlo todo unido a Ella y pidiéndole que te ayude a hacerlo como Ella.
Oración Final – Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh María!
Transforma mi corazón como el tuyo;
Colócale alrededor una corona de pureza adornada con virtud;
Toma mi corazón, querida Madre consagrado como tuyo propio;
Preséntaselo a Dios Padre como una ofrenda de mí para ti.
Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, nos diste al Señor sembrador de los castos.
Salve, regazo de nupcias divinas;
Salve, unión de los fieles con Cristo.
Salve, de vírgenes Madre y Maestra;»
Magisterio:
“La Madre de nuestra confianza: Su propio Hijo quiso explícitamente extender la maternidad de su Madre —y extenderla de manera fácilmente accesible a todas las almas y corazones— confiando a ella desde lo alto de la Cruz a su discípulo predilecto como hijo.» (Juan Pablo II Encíclica Redemptoris homini)
Meditar:
Jesús perdona desde la cruz; María revive aquel perdón para con cada uno de nosotros, aunque pequemos. ¿Hemos acogido a María como verdadera madre, en el plan de salvación? ¿Hemos aprendido a crecer, a esperar, a perdonar de corazón, a agradecer aunque suframos? María nos enseña a agradecer a Jesús por su sacrificio.
Reto:
Hacer un deber de invocar con frecuencia el dulce nombre de María bajo el título de Madre de Dios. Porque este título le da derecho a tomar parte en el asunto de nuestra salvación, y en su virtud nos dispensa todas sus gracias. Rara vez sucede que se le pida una gracia en su calidad de Madre de Dios y no la conceda. San Cirilo, Patriarca de Alejandría nos lo asegura, y tenía la costumbre de repetir con mucha frecuencia la súplica que él mismo había compuesto, Santa María, Madre de Dios y que después añadió la Iglesia a la salutación Angélica
Oración Final – Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh María!
Transforma mi corazón como el tuyo;
Colócale alrededor una corona de pureza adornada con virtud;
Toma mi corazón, querida Madre consagrado como tuyo propio;
Preséntaselo a Dios Padre como una ofrenda de mí para ti.
Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, derribas del trono al tirano enemigo;
Salve, nos muestras a Cristo el Señor y el Amigo.
Salve, destruyes el culto del fuego;
Salve, extingues las llamas del vicio.»
Magisterio:
“María no fue una mujer remisa, todo lo contrario, fue una mujer fuerte que afrontó la pobreza, el sufrimiento y el exilio, que puede presentarse de modelo a quienes buscan con espíritu evangélico la liberación del hombre y de la sociedad” (Pablo VI Marialis Cultus)
Meditar:
A menudo el camino de nuestra vida sigue un curso enteramente distinto de nuestras previsiones. María es para nosotros un modelo de disponibilidad. Dios busca a quien hace su voluntad, aunque a menudo no nos hace comprender los motivos.
Reto:
Dar gracias todos los días a la Santísima Virgen por los beneficios que de Ella y por Ella hemos recibido (Menciona 5); porque sería una ingratitud pasar un solo día sin acordarse de tan amable Bienhechora. (San Antonio de Padua)
Oración Final – Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh María!
Transforma mi corazón como el tuyo;
Colócale alrededor una corona de pureza adornada con virtud;
Toma mi corazón, querida Madre consagrado como tuyo propio;
Preséntaselo a Dios Padre como una ofrenda de mí para ti.
Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, oh Madre del Sol sin ocaso;
Salve, aurora del místico Día.
Salve, tu apagas hogueras de errores;
Salve, Dios Trino al creyente revelas.»
Magisterio:
“Es verdaderamente la madre de los miembros de Cristo porque colaboró con su amor a que nacieran en la Iglesia los creyentes, miembros de aquella Cabeza” (San Agustín, De Virginitate, 6)
Meditar:
María es la verdadera y permanente arca de la Alianza, es decir, la morada de Dios; y mucho más, puesto que ella es aquella de quien Dios ha asumido la naturaleza humanan para vivir en medio de nosotros como hermano nuestro. Acoger a María es el camino para recibir a Jesús y al Espíritu Santo.
Reto:
Hacer actos de confianza a la Virgen María a lo largo del día, con la seguridad de que nunca te sentirás defraudado. San Francisco de Sales aconseja mucho esta práctica, y confiesa haber sacado de ella grandes frutos.
Oración Final – Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh Señora mía, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo(a). ¡Oh Madre de bondad!,
guárdame y defiéndeme como hijo(a)
y posesión tuya. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, Nutriz del Pastor y Cordero;
Salve, aprisco de fieles rebaños.
Salve, barrera a las fieras hostiles;
Salve, ingreso que da al Paraíso.»
Magisterio:
“María está próxima a nosotros, es hija de Adán, hermana nuestra, de la misma naturaleza humana, que nos dio ejemplo de fe, de discípula de Cristo que realizó las bienaventuranzas predicadas por Cristo”, … (por esto), …” toda la Iglesia toma ejemplo absolutísimo de la Virgen Madre de Dios para imitar perfectamente a Cristo” (Cromacio de Aquilea +407)
Meditar:
Consideremos los dones que Dios le dio, también el de haberla llevado al cielo en alma y cuerpo para provecho nuestro. Por eso, creer que María siempre está junto a nosotros, sentirla cercana a nosotros, aunque no la veamos. Por eso recurrimos fiel y constantemente a Ella.
Reto:
Los siervos de María están convencidos de que la virtud y la mortificación son los dones más agradables que pueden ofrecérsele (Realiza una). San Estanislao Kostka ofrecía todos los días una corona de flores espirituales a la Santísima Virgen, compuesta de varios actos de virtud y mortificación, practicados en su honor.
Oración Final – Rosas a María
¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal!
1ª Por el poder que te concedió el Padre Eterno. (Rezar un Ave María).
2ª Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. (Rezar un Ave María).
3ª Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. (Rezar un Ave María).
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh Señora mía, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo(a). ¡Oh Madre de bondad!,
guárdame y defiéndeme como hijo(a)
y posesión tuya. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, oh mesa repleta de dones divinos.
Salve, incienso de grata plegaria;
Salve, clemencia de Dios para el hombre;
Salve, del hombre con Dios confianza»
Magisterio:
«María sobresale entre los humildes y los pobres del Señor, que esperan de Él con confianza la salvación y la acogen. Finalmente, con ella, excelsa Hija de Sión, después de la larga espera de la promesa, se cumple el plazo y se inaugura el nuevo plan de salvación» (Lumen Gentium, N.º 55).
Meditar:
El día del nacimiento de Jesús fue uno de los días más alegres de su vida, por lo cual no sintió los malestares de la precaria ubicación. La grandeza de María, Madre de Dios, no quito nada a su humildad, a su actitud de atribuir todo al don gratuito de Dios.
Reto:
Hoy, darle a Dios, a través de María, aquello que más te está pidiendo. San Bernardo, el gran devoto de María Santísima, practicó en su honor todas las devociones imaginables; por esta práctica fue sin duda por la que consiguió tan señalados favores como leemos en su vida.
Oración Final – Rosas a María
¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal!
1ª Por el poder que te concedió el Padre Eterno. (Rezar un Ave María).
2ª Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. (Rezar un Ave María).
3ª Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. (Rezar un Ave María).
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh Señora mía, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo(a). ¡Oh Madre de bondad!,
guárdame y defiéndeme como hijo(a)
y posesión tuya. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, milagro primero de Cristo;
Salve, compendio de todos sus dogmas.
Salve, celeste escalera que Dios ha bajado;
Salve, oh puente que llevas los hombres al cielo.»
Magisterio:
«En ti, Señora, he puesto todas mis esperanzas; y fijos en Vos los ojos, de vuestra bondad espero mi salvación» (San Juan Damasceno).
Meditar:
La humildad nunca es contraria a la verdad. María es consciente de la grandeza a la cual ha sido elevada y, al mismo tiempo, no tiene nada de qué gloriarse: todo es don de Dios y sólo Él debe de ser alabado.
Reto:
Protestad frecuentemente a la Santísima Virgen durante este día que la amaras siempre, a imitación de San Brinolfo, obispo de Suecia, del que María dijo hablando con Santa Brígida: «He ahí el que siempre me amó más que a su propia vida».
Oración Final – Rosas a María
¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal!
1ª Por el poder que te concedió el Padre Eterno. (Rezar un Ave María).
2ª Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. (Rezar un Ave María).
3ª Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. (Rezar un Ave María).
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh Señora mía, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo(a). ¡Oh Madre de bondad!,
guárdame y defiéndeme como hijo(a)
y posesión tuya. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, regazo del Dios que se encarna.
Salve, por ti la creación se renueva;
Salve, por ti el Creador nace niño.
Salve,¡Virgen y Esposa!.»
Magisterio:
«Todo encuentro con Ella no puede menos que terminar en un encuentro con Cristo mismo» (Pablo VI).
Meditar:
“Humilde y excelsa más que cualquier creatura”, no poseía ningún requisito de grandeza humana. Todo su valor está en el hecho de haber sido escogida por Dios y de haber correspondido siempre plenamente con inteligencia y libertad, a las expectativas del Señor.
Reto:
Tener siempre a la vista algún objeto que nos recuerde a la Santísima Virgen; por ejemplo, una imagen en el libro que más usas o un rosario en tu bolsillo.
Oración Final – Rosas a María
¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal!
1ª Por el poder que te concedió el Padre Eterno. (Rezar un Ave María).
2ª Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. (Rezar un Ave María).
3ª Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. (Rezar un Ave María).
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh Señora mía, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo(a). ¡Oh Madre de bondad!,
guárdame y defiéndeme como hijo(a)
y posesión tuya. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, por ti resplandece la dicha;
Salve, por ti se eclipsa la pena.
Salve, levantas a Adán, el caído;
Salve, rescatas el llanto de Eva».
Magisterio:
María es Virgen porque su virginidad es el signo de su fe no adulterada por duda alguna y de su entrega total a la voluntad de Dios. Su fe es la que le hace llegar a ser la Madre del Salvador: «Más bienaventurada es María al recibir a Cristo por la fe que al concebir en su seno la carne de Cristo» <<(San Agustín, De sancta virginitate)>>. (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 506)
Meditar:
Es grande porque es elegida de antemano; es grande porque cree; es grande porque está disponible a todo lo que el Señor le pide, sin condiciones.
Reto:
Enseñar a nuestros hijos o familiares desde su más tierna edad a que alaben e invoquen a María: San Francisco de Borja tuvo la felicidad de qué las primeras palabras que le enseñaron a pronunciar fueron los nombres de Jesús y María.
Oración Final
¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal!
1ª Por el poder que te concedió el Padre Eterno. (Rezar un Ave María).
2ª Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. (Rezar un Ave María).
3ª Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. (Rezar un Ave María).
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, oh fuente que lavas las almas;
Salve, oh copa que vierte alegría.
Salve, fragancia del ungüento de Cristo;
Salve, oh Vida del sacro Banquete.
Salve, ¡Virgen y Esposa!».
Magisterio:
Hay una novena bienaventuranza. Dice así: «Bienaventurados los devotos de la Santísima Virgen, porque tendrán sus nombres escritos en el Libro de la Vida Eterna (San Buenaventura)
Meditar:
El nombre de María tiene más virtud que el de todos los nombres de los Santos para consolar a los débiles, curar a los enfermos, iluminar a los ciegos, ablandar corazones endurecidos, fortificar a los que combaten, animar a los cansados y derribar el poder de los demonios. (San Abad Raimundo Jordán)
Reto:
Todo con María, en María, por María y para María, a fin de hacer todo con Jesucristo, en Jesucristo, por Jesucristo y para Jesucristo.
Consagración Final
¡Oh Jesús, Sabiduría eterna y encarnada!, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo único del Padre Eterno y de María, siempre virgen! Te adoro en la gloria del Padre, durante la eternidad y en el seno virginal de María, tu Madre, en el tiempo de tu Encarnación. Te doy gracias porque, anonadándote, haz venido al mundo hombre entre los hombres y servidor del Padre– para librarme de la esclavitud del pecado.
Te alabo y glorifico Señor, porque has vivido en obediencia amorosa a María, para hacerme fiel discípulo suyo. Desgraciadamente, no he guardado los votos y promesas de mi bautismo y no soy digno de llamarme hijo de Dios. Por ello, acudo a la misericordiosa intercesión de tu Madre, esperando obtener por su ayuda el perdón de mis pecados y una continua comunión contigo, Oh Sabiduría Encarnada. Te saludo, pues, oh María Inmaculada, templo viviente de Dios: en ti ha puesto su morada la Sabiduría Eterna para recibir la adoración de los ángeles y de los hombres.
Te saludo, oh Reina del cielo y de la tierra: a ti están sometidas todas las criaturas. Te saludo, refugio seguro de los pecadores: todos experimentan tu gran misericordia. Acepta los anhelos que tengo de la Divina Sabiduría y mi consagración total.
Yo, N……………………….,
consciente de mi vocación cristiana, renuevo hoy en tus manos mis compromisos bautismales. Renuncio a Satanás, a sus seducciones, a sus pompas y a sus obras, y me consagro a Jesucristo para llevar mi cruz detrás de Él, en la fidelidad de cada día a la voluntad del Padre. En presencia de toda la corte celestial, te elijo en este día por mi Madre y Maestra. Me entrego y consagro a ti, como tu esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis posesiones tanto internas como externas, incluso el valor de todas mis buenas acciones, pasadas, presentes y futuras, dejando en ti, el entero y completo derecho de disponer de mí, y todo lo que me pertenece, sin excepción, de acuerdo a tu voluntad, para mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad.
Madre del Señor, acepta esta pequeña ofrenda de mi vida y preséntala a tu Hijo: si El me redimió con tu colaboración, debe también ahora recibir de tu mano, el don total de mí mismo. En adelante, deseo honrarte y obedecerte en todo como verdadero esclavo tuyo. ¡Oh Corazón Inmaculado de María!, que yo viva plenamente esta consagración para prolongar en mí la amorosa obediencia de tu Hijo y dar respuesta a la misión trascendental que Dios te ha confiado en la historia de la salvación. ¡Madre de misericordia!, alcánzame la verdadera Sabiduría de Dios, y hazme plenamente disponible a tu acción maternal. Colócame así, entre los que tu amas, enseñas, guías, alimentas y proteges como hijos tuyos. ¡Oh Virgen fiel!, haz de mí un auténtico discípulo e imitador de tu Hijo, la Sabiduría Encarnada. Contigo, Madre y modelo de mi vida, llegaré a la perfecta madurez de Jesucristo en la tierra y a la gloria del cielo. Amén.
Oración Inicial
Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos, abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve,oh rayo del Sol verdadero;
Salve, destello de Luz sin ocaso.
Salve, fulgor que iluminas las mentes;
Salve, cual trueno enemigos aterras».
Magisterio:
«El Espíritu Santo le sugirió que se quedase también Ella, después de la Ascensión de Nuestro Señor, en el Cenáculo, recogida en oración y en espera junto con los Apóstoles hasta el día de Pentecostés, en que debía casi visiblemente nacer la Iglesia, saliendo de la oscuridad. Posteriormente todas las generaciones de discípulos y de cuantos confiesan y aman a Cristo —al igual que el apóstol Juan— acogieron espiritualmente en su casa a esta Madre, que así, desde los mismos comienzos, es decir, desde el momento de la Anunciación, quedó inserida en la historia de la salvación y en la misión de la Iglesia.” – (San Juan Pablo II, Redemptor hominis,22)
Meditar:
Santa María está entre los discípulos en Pentecostés como maestra de oración que los prepara a recibir al Espíritu: su venida se realiza en un contexto de oración. El mismo Espíritu que había preparado y transformado a María, ahora prepara, transforma y renueva a la Iglesia de la primera comunidad. En toda comunidad cristiana, animada por el Espíritu Santo, en cada uno de nuestros corazones que quieren servir a Dios nuestro Señor y a la Santa Iglesia, debe estar presente la Bendita Virgen María, nuestra Madre, la Esposa de Dios Espíritu Santo, porque “ubi Mater, ibi Filius”, donde está la Madre, allí está el Hijo.
Reto:
La oración de María: favorece la venida del Espíritu, solicitando su acción en el corazón de los discípulos y en el mundo. Reza la oración de «Ven, Espíritu Creador»
Oración Final – Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.
Ya que me proteges tanto como verdadera Madre, haz que me bendigan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén
Oración Inicial
Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos, abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, firmísimo alcázar de toda la Iglesia;
Salve, muralla invencible de todo el Imperio.
Salve, por ti enarbolamos trofeos;
Salve, por ti sucumbió el adversario».
Magisterio:
Según cuenta la tradición, en la segunda mitad del siglo XV, la Santísima Virgen María se le apareció al Beato dominico Alano de la Rupe, quien escribió el famoso libro “De Dignitate Psalterii” (De la dignidad del Salterio de María), en el cual relata cómo la Virgen pide a Santo Domingo de Guzmán que propague el rezo del Santo Rosario.
Meditar:
En el Rosario, meditamos los misterios de Jesús. Meditemos alguna vez el Avemaría palabra por palabra, dirigiéndonos a María con amor de hijos y haciéndole sentir de nuevo la alegría que sintió ante las palabras de Gabriel, de Isabel, y que la mueven a ayudarnos con la súplica añadida por la Iglesia. Preguntémonos si hemos comprendido la importancia y la riqueza del Rosario.
Reto:
Rezar un rosario por la salud del mundo. Para el padre Pío, al igual que para muchos otros santos, la corona del Rosario era el arma (así la llamaba) para derrotar al enemigo.
Oración Final – Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.
Ya que me proteges tanto como verdadera Madre, haz que me bendigan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén
Oración Inicial
Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos, abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, carroza del Santo que portan querubes;
Salve, sitial del que adoran sin fin serafines.
Salve, tú sola has unido dos cosas opuestas;
Salve, tú sola a la vez eres Virgen y Madre».
Magisterio:
La Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros de su cuerpo. (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 974)
Meditar:
Es claro que ningún título mariano ofusca, sino que ilustra la misión de salvación y de gracia que nos viene de Cristo. No temer nunca que, al alabar a María, se le quite algo a Jesús; al contrario, se glorifica a la fuente de todos los dones recibidos por María.
Reto:
Prender una vela o cirio a María, con la idea de acostumbrarnos a invocar a María en todas las situaciones en que nos encontremos, y particularmente en los peligros del alma. Esta práctica ha sido la de todos los verdaderos devotos de María, y particularmente la de San Agustín, San Juan Damasceno, San Buenaventura, San Bernardo y Santo Domingo.
Oración Final – Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.
Ya que me proteges tanto como verdadera Madre, haz que me bendigan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén
Oración Inicial
Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos, abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, carroza del Santo que portan querubes;
Salve, sitial del que adoran sin fin serafines.
Salve, tú sola has unido dos cosas opuestas;
Salve, tú sola a la vez eres Virgen y Madre».
Magisterio:
María conoce todos nuestros negocios, sabe los auxilios que necesitamos, ve los peligros públicos o particulares que nos amenazan, y los trabajos que nos afligen; pero singularmente descubre los terribles enemigos con quienes tenemos que luchar para la salvación de nuestras almas, Y en todas estas pruebas y peligros, cualesquiera que sean, María puede eficazmente, y desea ardientemente, venir en auxilio de sus amados hijos. (MAGNAE DEI MATRIS, S.S. LEÓN XIII, 1892)
Meditar:
Piensa cómo es el corazón de María, en el que estás invitado a reposar para encontrar paz y seguridad, es el corazón de una Madre que fue traspasado de dolor al ver morir a su divino Hijo en la cruz por nosotros. Contempla este corazón traspasado por la espada. Pídele perdón por las veces que has aumentado su sufrimiento por tus pecados o por no acoger la salvación que viene de Dios.
Reto:
Rezar por las almas del purgatorio, y particularmente por las que hayan sido devotas de la Santísima Virgen. Ella misma declaró a Santa Brígida que era la Madre de estas benditas almas y que nada había más agradable a sus ojos, que ayudarlas a salir cuanto antes de sus penas.
Oración Final – Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.
Ya que me proteges tanto como verdadera Madre, haz que me bendigan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén
Oración Inicial
Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos, abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, frutal exquisito que nutre a los fieles;
Salve, ramaje frondoso que a todos cobija.
Salve, llevaste en el seno quien guía al errante;
Salve, al mundo entregaste quien libra al esclavo».
Magisterio:
Antigua es la piedad de los fieles cristianos para con la Santísima Virgen María, que sienten en su alma, que, en el primer instante de su creación e infusión en el cuerpo, fue preservada inmune de la mancha del pecado original, por singular gracia y privilegio de Dios, en atención a los méritos de su Hijo Jesucristo, ….. Por la gracia proveniente del Espíritu Santo; y deseando conservar en la grey de Cristo la unidad del espíritu en los vínculos de la paz. (Efes. 4, 3) (SOLLICITUDO OMNIUM ECCLESIARUM, SS. Alejandro VII, 1661)
Meditar:
El matrimonio con José parecía romper y anular su propósito de total pertenencia al Señor. No dejó de confiar en el Señor, si quería esto de ella, le facilitaría el observar la virginidad aun en el matrimonio. La disposición a cumplir la voluntad de Dios nunca nos va a hacer sentir frustrados, aunque los acontecimientos nos lleven fuera de nuestros proyectos y de nuestras aspiraciones.
Reto:
Celebrar, hacer celebrar, o por lo menos oír misa en honor de María. El Santo Sacrificio no puede ofrecerse sino a Dios; pero según el Santo Concilio de Trento, se puede ofrecer a Dios para darle gracias por las que ha concedido a su divina Madre y a los Santos, para que honrando su memoria se digne interceder por nosotros.
Oración Final – Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.
Ya que me proteges tanto como verdadera Madre, haz que me bendigan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén
Oración Inicial
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que ha acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado de ti.
Animado por esta confianza, a ti acudo, Oh madre, Virgen de Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no deseches mis suplicas, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, oh tienda del Verbo divino;
Salve, más grande que el gran Santuario.
Salve, oh Arca que Espíritu dora;
Salve, tesoro inexhausto de vida».
Magisterio:
Todos los títulos atribuidos a la Virgen se fundamentan en su vocación de Madre del Redentor, la criatura humana elegida por Dios para realizar el plan de la salvación, centrado en el gran misterio de la encarnación del Verbo divino. (Papa Benedicto XVI, 2008)
Meditar:
Las apariciones de María, sean de un valor personal o de valor para la humanidad hacen parte de su misión de Madre nuestra. La actitud de quien corre de una aparición a otra, buscando el último mensaje, es una curiosidad inútil. Debemos escuchar las palabras de la Virgen: «Hagan lo que Él les diga», es decir, como un llamado fuerte a hacer caso a las palabras de Cristo, “Si no se convierten, todos perecerán igualmente” (Lc 13,5).
Reto:
Rezar con devoción el Rosario, práctica que fue inspirada a Santo Domingo por la Santísima Virgen, y le declaró que sería como una lluvia celestial que produciría abundantes frutos. Esta devoción ha sido la de San Carlos Borromeo y de San Francisco de Sales, que rezaban todos los días el Santo Rosario de rodillas.
Oración Final – Salve
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Oración Inicial
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que ha acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado de ti.
Animado por esta confianza, a ti acudo, Oh madre, Virgen de Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no deseches mis suplicas, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, mansión que contiene el Inmenso;
Salve, dintel del augusto Misterio.
Salve, de incrédulo equívoco anuncio;
Salve, del fiel inequívoco orgullo».
Magisterio:
Te saludamos Oh María, Madre de Dios, verdadero tesoro de todo el universo, antorcha que jamás se apagará, templo que nunca será destruido, sitio de refugio para todos los desamparados, por quien ha venido al mundo el que es bendito por los siglos. Por ti la Trinidad ha recibido más gloria en la tierra; por ti la cruz nos ha salvado; por ti los cielos se estremecen de alegría y los demonios son puestos en fuga; el enemigo del alma es lanzado al abismo y nosotros débiles criaturas somos elevados al puesto de honor. (San Cirilo, Concilio de Efeso (431))
Meditar:
El candor de María nos encanta. Su secreto fue la obediencia a los llamados del Espíritu Santo. Quien se preocupa por agradar a Dios, confía en su ayuda y tiene la gracia de vencer obstáculos que parecen invencibles.
Reto:
Nueve Avemarías hoy que la Iglesia celebra a María Auxiliadora para honrar con esta salutación los nueve meses que llevó en su seno virginal a Jesucristo; San Luis Gonzaga no dejó nunca de observar esta piadosa práctica, por la que obtuvo de María la gracia de no ser ingrato.
Oración Final – Salve
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Oración Inicial
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que ha acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado de ti.
Animado por esta confianza, a ti acudo, Oh madre, Virgen de Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no deseches mis suplicas, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, azucena de intacta belleza;
Salve, corona de noble firmeza.
Salve, la suerte futura revelas;
Salve, la angélica vida desvelas».
Magisterio:
María es la Theotokos, no porque ella existiese antes de Dios o hubiese creado a Dios. Dios es eterno y María Santísima es una criatura de Dios. Pero Dios quiso nacer de mujer. La persona que nace de María es divina por lo tanto ella es madre de Dios. (San Cirilo, Concilio de Efeso (431))
Meditar:
La Inmaculada Concepción nos empuja a la lucha incesante contra el pecado, nos exhorta a mejorarnos a nosotros mismos y a hacer de nuestra vida un continuo camino de conversión y de purificación para tender a aquella santidad a la que Dios nos llama.
Reto:
Besar y estrechar contra tu corazón el Rosario, una medalla o una imagen de la Santísima Virgen. Estas demostraciones de amor agradan mucho a la Santísima Virgen y nos atraen Sus gracias.
Oración Final – Salve
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Oración Inicial
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que ha acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado de ti.
Animado por esta confianza, a ti acudo, Oh madre, Virgen de Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no deseches mis suplicas, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, de nuevo engendraste al nacido en deshonra;
Salve, talento infundiste al hombre insensato.
Salve, anulaste a Satán seductor de las almas;
Salve, nos diste al Señor sembrador de los castos».
Magisterio:
Los relatos evangélicos presentan la concepción virginal como una obra divina que sobrepasa toda comprensión y toda posibilidad humanas: «Lo concebido en ella viene del Espíritu Santo», dice el ángel a José a propósito de María, su desposada (Mt 1, 20). La Iglesia ve en ello el cumplimiento de la promesa divina hecha por el profeta Isaías: «He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo». (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 497)
Meditar:
Las relaciones entre María y José, dado que su unión había sido querida por Dios plenamente en función de Jesús, eran de extremo respeto y comprensión, no había las comunes relaciones conyugales, sino que estaba el verdadero amor, el amor que no se basa en los sentidos.
Reto:
Además de la ayuda e María, invoquemos la ayuda de San José, sintiendo que hemos sido confiados a él como miembros del cuerpo de Cristo. Hacer una oración a la sagrada familia.
Oración Final – Salve
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Oración Inicial
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que ha acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado de ti.
Animado por esta confianza, a ti acudo, Oh madre, Virgen de Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no deseches mis suplicas, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, inefable, la Luz alumbraste;
Salve, a ninguno dijiste el secreto.
Salve, del docto rebasas la ciencia;
Salve, del fiel iluminas la mente».
Magisterio:
En fin, por medio de María, el Espíritu Santo comienza a poner en Comunión con Cristo a los hombres «objeto del amor benevolente de Dios», y los humildes son siempre los primeros en recibirle: los pastores, los magos, Simeón y Ana, los esposos de Caná y los primeros discípulos. (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 725)
Meditar:
El corazón de María destaca su amor total, amor de todo su ser, hacia Jesús y hacia todos sus hijos. El corazón de una madre invita y convence con fuerza y dulzura. Honrar el corazón de María, significa honrar un corazón totalmente puro.
Reto:
Esfuérzate en luchar contra tu defecto o tentación dominante en honor de la virgen María, rezando el Salve al final del día. Por medio de esta práctica ahuyentaba San Benito al demonio siempre que le atacaba.
Oración Final – Salve
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Oración Inicial
Pequeña y dulce María, princesa mía, sin pecado concebida, estrella de mis días y desde niña la más perfecta profecía. Ilumina esta vida mía, a veces enceguecida, sin ansias ni dicha y totalmente empobrecida. Hazme, pequeña María, luz en estos días y resplandor en la oscuridad del alma mía. Hazme niño, pequeñito y dulcísimo para que el Buen Dios escriba lo que ha querido de esta vida, para su gloria y como verdad que ilumina. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve,columna de sacra pureza;
Salve, umbral de la vida perfecta.
Salve, tú inicias la nueva progenie;
Salve, dispensas bondades divinas».
Magisterio:
«Esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el consentimiento que dio fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la realización plena y definitiva de todos los escogidos. En efecto, con su asunción a los cielos, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna… Por eso la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora». (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 969)
Meditar:
Es claro que ningún título mariano ofusca, sino que ilustra la misión de salvación y de gracia que nos viene de Cristo. Los textos oficiales de la iglesia contienen con claridad los fundamentos en virtud de los cuales llamamos a María «mediadora de todas las gracias».
Reto:
Contraer la costumbre en tu familia, cenáculo, grupo o fraternidad, dedicar un tiempo de hablar de María, de sus prerrogativas, y de la necesidad que tenemos de su socorro para obtener las gracias del cielo.
Oración Final – Regina Coeli
V. Reina del cielo, alégrate; aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya;
V. Resucitó según dijo; aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
R. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.
Oración
¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de su Madre, la Virgen María, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Oración Inicial
Pequeña y dulce María, princesa mía, sin pecado concebida, estrella de mis días y desde niña la más perfecta profecía. Ilumina esta vida mía, a veces enceguecida, sin ansias ni dicha y totalmente empobrecida. Hazme, pequeña María, luz en estos días y resplandor en la oscuridad del alma mía. Hazme niño, pequeñito y dulcísimo para que el Buen Dios escriba lo que ha querido de esta vida, para su gloria y como verdad que ilumina. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, por ti se aturden sutiles doctores;
Salve, por ti desfallecen autores de mitos.
Salve, disuelves enredos de agudos sofistas;
Salve, rellenas las redes de los Pescadores».
Magisterio:
«Todas las generaciones me llamarán bienaventurada» (Lc 1, 48): «La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano». La Santísima Virgen «es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de ’Madre de Dios’, bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades…; encuentra su expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios y en la oración mariana, como el Santo Rosario, «síntesis de todo el Evangelio». (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 971)
Meditar:
Los 3 nombres con que es señalada: María, significa «amada de Dios», es el primer paso hacia lo que Dios quería hacer de Ella; «colmada de favores celestiales» (llena de gracia), es lo que el Señor está realizando en ella; «esclava del Señor», es la justa respuesta de la creatura humana a las peticiones divinas.
Reto:
Conságrate diariamente a la Santísima Virgen por medio de una breve oración. Esta práctica, es muy agradable a la Santísima Virgen y muy ventajosa para los que la observan. Santa Magdalena de Pazzis decía muchas veces al día: «¡Oh María! yo me consagro a ti toda entera; dígnate a recibirme y conservarme».
Oración Final – Regina Coeli
V. Reina del cielo, alégrate; aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya;
V. Resucitó según dijo; aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
R. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.
Oración
¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de su Madre, la Virgen María, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Oración Inicial
Pequeña y dulce María, princesa mía, sin pecado concebida, estrella de mis días y desde niña la más perfecta profecía. Ilumina esta vida mía, a veces enceguecida, sin ansias ni dicha y totalmente empobrecida. Hazme, pequeña María, luz en estos días y resplandor en la oscuridad del alma mía. Hazme niño, pequeñito y dulcísimo para que el Buen Dios escriba lo que ha querido de esta vida, para su gloria y como verdad que ilumina. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, oh mar que sumerge al cruel enemigo; Salve, oh roca do beben sedientos de Vida. Salve, columna de fuego que guía en tinieblas; Salve, amplísima nube que cubres el mundo».
Magisterio:
Pero su papel con relación a la Iglesia y a toda la humanidad va aún más lejos. «Colaboró de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra Madre en el orden de la gracia». (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 968)
Meditar:
Piensa en la fe tan grande que tenía la Virgen María y en cómo te enseña a creer. Ella, por su fe, vive constantemente en presencia de Dios, sin otra intención que la de obrar siempre en conformidad con la voluntad divina y abandonándose en los brazos de Dios. ¿Vives tú esto como lo vivió María?
Reto:
Propongámonos no negarnos nunca a todo aquello que se nos pida por la Santísima Virgen ó en su nombre. (Recuerda una cosa no has entregado o cambiado, que Ella te pide) San Gerardo, primer obispo y primer mártir de Hungría, se había acostumbrado de tal manera á esta práctica que no faltó á ella ni una sola vez.
Oración Final – Regina Coeli
V. Reina del cielo, alégrate; aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya;
V. Resucitó según dijo; aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
R. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.
Oración
¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de su Madre, la Virgen María, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Oración Inicial
Pequeña y dulce María, princesa mía, sin pecado concebida, estrella de mis días y desde niña la más perfecta profecía. Ilumina esta vida mía, a veces enceguecida, sin ansias ni dicha y totalmente empobrecida. Hazme, pequeña María, luz en estos días y resplandor en la oscuridad del alma mía. Hazme niño, pequeñito y dulcísimo para que el Buen Dios escriba lo que ha querido de esta vida, para su gloria y como verdad que ilumina. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve,oh tallo del verde Retoño;
Salve, oh rama del Fruto incorrupto.
Salve, al pío Arador tú cultivas;
Salve, tú plantas quien planta la vida».
Magisterio:
Para ser la Madre del Salvador, María fue «dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante» El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como «llena de gracia» (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente poseída por la gracia de Dios. (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 490)
Meditar:
A lo largo de la historia de la Iglesia el papel de María ha sido estudiado y profundizado. No sabemos los planes de Dios sobre María, pero sabemos la ayuda que nos da ahora, como madre nuestra en orden a la salvación; en especial en orden a la lucha contra el pecado y su fuerza contra satanás debido a sus virtudes, que es un modelo también para nosotros.
Reto:
Tengamos un particular afecto hoy a la santa virtud de la castidad a través de la conversión y purificación en la lectura del Evangelio de Lucas 1, 26-80, en honor de la Santísima Virgen. Por este medio agradaron a María y obtuvieron de Ella infinitas gracias, San Alejo, San Eduardo y San Eleázaro.
Oración Final – Regina Coeli
V. Reina del cielo, alégrate; aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya;
V. Resucitó según dijo; aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
R. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.
Oración
¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de su Madre, la Virgen María, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Oración Inicial
Pequeña y dulce María, princesa mía, sin pecado concebida, estrella de mis días y desde niña la más perfecta profecía. Ilumina esta vida mía, a veces enceguecida, sin ansias ni dicha y totalmente empobrecida. Hazme, pequeña María, luz en estos días y resplandor en la oscuridad del alma mía. Hazme niño, pequeñito y dulcísimo para que el Buen Dios escriba lo que ha querido de esta vida, para su gloria y como verdad que ilumina. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, nos diste el Maná verdadero;
Salve, nos sirves Manjar de delicias.
Salve, oh tierra por Dios prometida;
Salve, en ti fluyen la miel y la leche».
Magisterio:
Lo que la fe católica cree acerca de María se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo. (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 487)
Meditar:
«Per Mariam ad Iesum»: cuando se va a María se encuentra Jesús. Su poder de intercesión nunca está en contraposición con los planes divinos. No pide en Caná los sirvientes que le obedezcan a ella, sino a Jesús. Sus últimas palabras, «Hagan lo que El les diga».
Reto:
Renovemos nuestra fe en la persona de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. Invocar hoy la presencia de Jesús entre los esposos y en las familias. (Mateo 18:20 «Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos».)
Oración Final – Regina Coeli
V. Reina del cielo, alégrate; aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya;
V. Resucitó según dijo; aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
R. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.
Oración
¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de su Madre, la Virgen María, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Oración Inicial
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, camino a la santa templanza;
Salve, alegría de todas las gentes.
Salve, de vírgenes Madre y Maestra;
Salve, al Esposo conduces las almas.
Salve,¡Virgen y Esposa!»
Magisterio:
“María es, en fin, una mujer que ama. ¿Cómo podría ser de otro modo? Como creyente, que en la fe piensa con el pensamiento de Dios y quiere con la voluntad de Dios, no puede ser más que una mujer que ama.” (Benedicto XVI, Carta Encíclica, Deus Caritas, 2005)
Meditar:
María se santificó en la vida de ama de casa, se empleaba para el Hijo de Dios; pero todas las madres, todos los padres se entregan por los hijos de Dios desde el momento que Jesús dijo lo que hacen a los demás se los hacemos a Él.
Reto:
Dar gracias al Eterno Padre por la compresión del valor de la vida ordinaria, oculta, monótona, la cual es necesario que esté entretejida de oración. Con esta intención se deben rezar tres Padre nuestros, tres Ave Marías y tres Glorias en honor de las tres personas de la Santísima Trinidad. Esta práctica fue revelada por la Santísima Virgen añadiendo que era muy de su agrado. (Referida por San Alfonso Ligorio.)
Oración Final – Ave Maris Stella
Salve, estrella de mar, augusta madre de Dios, siempre virgen, orgullosa puerta del cielo.
Recibiendo este saludo de la boca de Gabriel, danos la paz, regresando el nombre de Eva.
Libera las ataduras de los culpables, concede la luz a los ciegos, líbranos de nuestros males, danos los bienes.
Muéstrate madre nuestra que reciba en tí nuestras plegarias aquel que, nacido por nosotros, ha querido ser tuyo.
Virgen única, dulce entre todas, haces que, liberados de nuestras faltas, seamos siempre dulces y castos.
Danos una vida pura, llévanos al camino seguro, de forma que, viendo a Jesús, compartamos sin fin tu alegría.
Gloria a Dios Padre, honor a Cristo soberano, al Espíritu Santo, a los tres un solo y único honor. Amén!
Oración Inicial
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, diadema preciosa de reyes devotos;
Salve, orgullo glorioso de sacros ministros.
Salve, firmísimo alcázar de toda la Iglesia;
Salve, muralla invencible de todo el Imperio».
Magisterio:
La Virgen María no es sólo la Madre que nos espera sino también la Purísima que es icono de la Iglesia, símbolo y anticipación de la humanidad transfigurada por la gracia, modelo y esperanza segura para cuantos avanzan hacia la Jerusalén del cielo.”. (Orientale Lumen 2-5-1995, n.6)
Meditar:
Comprender el ministerio de Cristo, Dios y hombre, comprender el ministerio de la Iglesia, en su aspectos humanos y divinos. María «Madre de la Iglesia» nos habla de su amor y de su preocupación por esta obra de su Hijo. A ejemplo de María, es necesario conocer y amar la Iglesia para participar de los frutos de la redención.
Reto:
Repite durante el día:» María, Madre de Dios, Madre de la Iglesia» y esfuérzate para imitar en su amor a Dios y al prójimo.
Oración Final – Ave Maris Stella
Salve, estrella de mar, augusta madre de Dios, siempre virgen, orgullosa puerta del cielo.
Recibiendo este saludo de la boca de Gabriel, danos la paz, regresando el nombre de Eva.
Libera las ataduras de los culpables, concede la luz a los ciegos, líbranos de nuestros males, danos los bienes.
Muéstrate madre nuestra que reciba en tí nuestras plegarias aquel que, nacido por nosotros, ha querido ser tuyo.
Virgen única, dulce entre todas, haces que, liberados de nuestras faltas, seamos siempre dulces y castos.
Danos una vida pura, llévanos al camino seguro, de forma que, viendo a Jesús, compartamos sin fin tu alegría.
Gloria a Dios Padre, honor a Cristo soberano, al Espíritu Santo, a los tres un solo y único honor. Amén!
Oración Inicial
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, por ti con la tierra exultan los cielos;
Salve, por ti con los cielos se alegra la tierra.
Salve, de Apóstoles boca que nunca enmudece;
Salve, de Mártires fuerza que nadie somete».
Magisterio:
”El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor”. (San Juan Pablo II, Rosarium Virginis Mariae, 2002)
Meditar:
Hoy es la fiesta de Nuestra Señora de Fátima. La Madre de Dios viene con frecuencia para visitarnos y recordarnos que tenemos que convertirnos. Piensa en cómo le gusta a ella manifestarse a los más pequeños y cómo tú también debes hacerte pequeño. La infancia espiritual es el camino para el Cielo, es hacer por virtud lo que un niño hace por naturaleza. No se trata de ser infantil, sino de reconocerse pequeño ante Dios, necesitado de Él, y confiarse a Él por completo.
Reto:
Rezar hoy un rosario por aquella intención que Dios ponga en tu corazón.
Oración Final – Ave Maris Stella
Salve, estrella de mar, augusta madre de Dios, siempre virgen, orgullosa puerta del cielo.
Recibiendo este saludo de la boca de Gabriel, danos la paz, regresando el nombre de Eva.
Libera las ataduras de los culpables, concede la luz a los ciegos, líbranos de nuestros males, danos los bienes.
Muéstrate madre nuestra que reciba en tí nuestras plegarias aquel que, nacido por nosotros, ha querido ser tuyo.
Virgen única, dulce entre todas, haces que, liberados de nuestras faltas, seamos siempre dulces y castos.
Danos una vida pura, llévanos al camino seguro, de forma que, viendo a Jesús, compartamos sin fin tu alegría.
Gloria a Dios Padre, honor a Cristo soberano, al Espíritu Santo, a los tres un solo y único honor. Amén!
Oración Inicial
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, inefable, la Luz alumbraste;
Salve, a ninguno dijiste el secreto.
Salve, del docto rebasas la ciencia;
Salve, del fiel iluminas la mente».
Magisterio:
“Nos acompaña en este camino la Santísima Virgen, e invocado como «Estrella de la nueva evangelización». La indico aún como aurora luminosa y guía segura de nuestro camino. «Mujer, he aquí tus hijos», le repito, evocando la voz misma de Jesús (cf. Jn 19,26), y haciéndome voz, ante ella, del cariño filial de toda la Iglesia.”. (San Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte)
Meditar:
Examinar nuestro compromiso de conversión y de purificación continua, nuestra preparación. Recurrir a la ayuda de María, a sus advocaciones, a sus oraciones, especialmente en las luchas contra las tentaciones. Y confiar en el poder de María de interceder por nosotros.
Reto:
Rezar un Ave María siempre que nos despertamos por la noche, a fin de tener siempre a la Santísima Virgen presente en nuestro espíritu. Santa Matilde no omitió nunca esta piadosa práctica, y dice que todos los que la siguieron fielmente recogieron copiosos frutos.
Oración Final – Ave Maris Stella
Salve, estrella de mar, augusta madre de Dios, siempre virgen, orgullosa puerta del cielo.
Recibiendo este saludo de la boca de Gabriel, danos la paz, regresando el nombre de Eva.
Libera las ataduras de los culpables, concede la luz a los ciegos, líbranos de nuestros males, danos los bienes.
Muéstrate madre nuestra que reciba en tí nuestras plegarias aquel que, nacido por nosotros, ha querido ser tuyo.
Virgen única, dulce entre todas, haces que, liberados de nuestras faltas, seamos siempre dulces y castos.
Danos una vida pura, llévanos al camino seguro, de forma que, viendo a Jesús, compartamos sin fin tu alegría.
Gloria a Dios Padre, honor a Cristo soberano, al Espíritu Santo, a los tres un solo y único honor. Amén!
Oración Inicial
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, sagrario de arcana Sapiencia;
Salve, despensa de la Providencia.
Salve, por ti se confunden los sabios;
Salve, por ti el orador enmudece».
Magisterio:
«Todos los santos han sido siervos de María y todos los verdaderos siervos de María han sido santos» (San Claudio La Colombière, S.I.).
Meditar:
Piensa en el amor de María: su amor a Dios, su amor al prójimo, su amor a ti. Ella es el modelo de cómo debes amar. Amó a Dios con todo su corazón, con toda su mente y con todo su ser; amó al prójimo como a sí misma. Nunca fue impaciente, nunca pronunció una palabra dura, nunca odió, nunca despreció a nadie… Te ama con un corazón de madre y te pide un amor de hijo.
Reto:
Hoy trata de imitar a la Virgen en esta actitud suya de estar atenta a los demás, tratando de descubrir las necesidades de los que te rodean y ayudándolos, en la medida de tus posibilidades. Hazlo todo unido a Ella y pidiéndole que te ayude a hacerlo como Ella.
Oración Final – Ave Maris Stella
Salve, estrella de mar, augusta madre de Dios, siempre virgen, orgullosa puerta del cielo.
Recibiendo este saludo de la boca de Gabriel, danos la paz, regresando el nombre de Eva.
Libera las ataduras de los culpables, concede la luz a los ciegos, líbranos de nuestros males, danos los bienes.
Muéstrate madre nuestra que reciba en tí nuestras plegarias aquel que, nacido por nosotros, ha querido ser tuyo.
Virgen única, dulce entre todas, haces que, liberados de nuestras faltas, seamos siempre dulces y castos.
Danos una vida pura, llévanos al camino seguro, de forma que, viendo a Jesús, compartamos sin fin tu alegría.
Gloria a Dios Padre, honor a Cristo soberano, al Espíritu Santo, a los tres un solo y único honor. Amén!
Oración Inicial
¡Oh María!
Transforma mi corazón como el tuyo;
Colócale alrededor una corona de pureza adornada con virtud;
Toma mi corazón, querida Madre consagrado como tuyo propio;
Preséntaselo a Dios Padre como una ofrenda de mí para ti.
Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, de fe inconcuso cimiento;
Salve, fulgente estandarte de gracia.
Salve, por ti es despojado el averno;
Salve, por ti revestimos la gloria».
Magisterio:
La familia nunca es tan familia como el día de la Madre; la Iglesia nunca es tan Iglesia como el día de la Madre, de la Madre de Cristo y Madre nuestra. Es la Madre como cuando pequeños a descansar en su regazo, ¡qué día de tantas emociones para los hijos de María!; (San Alberto Hurtado Cruchaga)
Meditar:
Los pastores se acercan a la gruta, es Ella la que presenta a Jesús, sabe y no duda en revelar las grandezas de Dios; presentando, ofreciendo y colaborando desde los comienzos con su misión. Es necesario hacernos pequeños, «hacernos como niños», para comprender los secretos de Dios.
Reto:
Visita presencial o virtual alguna iglesia consagrada a la Santísima Virgen. San Enrique, emperador, luego de que entraba en una ciudad, iba a tributar sus homenajes a la Santísima Virgen en las iglesias consagradas a su nombre.
Oración Final – Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh María!
Transforma mi corazón como el tuyo;
Colócale alrededor una corona de pureza adornada con virtud;
Toma mi corazón, querida Madre consagrado como tuyo propio;
Preséntaselo a Dios Padre como una ofrenda de mí para ti.
Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, abismo insondable a los ojos del ángel;
Salve, tú eres de veras el trono del Rey;
Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene;
Salve, lucero que el Sol nos anuncia.»
Magisterio:
María entró en la historia de la salvación del mundo mediante la obediencia de la fe. Y la fe, en su esencia más profunda, es la apertura del corazón humano ante el don: ante la auto comunicación de Dios por el Espíritu Santo.”. (San Juan Pablo II – Encíclica Dominum et Vivificantem)
Meditar:
Cuando la Biblia nos habla de la fe de Abrahán, nos dice que creyó contra toda esperanza, es decir, contra toda evidencia de los hechos. San Juan Pablo II se atrevió a decir que la fe de María fue más grande que la fe de Abrahán: «Abrahán no vio morir a su hijo, María sí. Y de todos modos creyó.
Reto:
Honrar a la Santísima Virgen el día del sábado que le está dedicado. San Luis, rey de Francia, tenía la costumbre de lavar los pies a los pobres en este día. Practiquemos, a ejemplo de este gran siervo, algunas obras de misericordia en honor de la Santísima Virgen durante el día del sábado.
Oración Final – Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh María!
Transforma mi corazón como el tuyo;
Colócale alrededor una corona de pureza adornada con virtud;
Toma mi corazón, querida Madre consagrado como tuyo propio;
Preséntaselo a Dios Padre como una ofrenda de mí para ti.
Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, nos diste al Señor sembrador de los castos.
Salve, regazo de nupcias divinas;
Salve, unión de los fieles con Cristo.
Salve, de vírgenes Madre y Maestra;»
Magisterio:
“La Madre de nuestra confianza: Su propio Hijo quiso explícitamente extender la maternidad de su Madre —y extenderla de manera fácilmente accesible a todas las almas y corazones— confiando a ella desde lo alto de la Cruz a su discípulo predilecto como hijo.» (Juan Pablo II Encíclica Redemptoris homini)
Meditar:
Jesús perdona desde la cruz; María revive aquel perdón para con cada uno de nosotros, aunque pequemos. ¿Hemos acogido a María como verdadera madre, en el plan de salvación? ¿Hemos aprendido a crecer, a esperar, a perdonar de corazón, a agradecer aunque suframos? María nos enseña a agradecer a Jesús por su sacrificio.
Reto:
Hacer un deber de invocar con frecuencia el dulce nombre de María bajo el título de Madre de Dios. Porque este título le da derecho a tomar parte en el asunto de nuestra salvación, y en su virtud nos dispensa todas sus gracias. Rara vez sucede que se le pida una gracia en su calidad de Madre de Dios y no la conceda. San Cirilo, Patriarca de Alejandría nos lo asegura, y tenía la costumbre de repetir con mucha frecuencia la súplica que él mismo había compuesto, Santa María, Madre de Dios y que después añadió la Iglesia a la salutación Angélica
Oración Final – Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh María!
Transforma mi corazón como el tuyo;
Colócale alrededor una corona de pureza adornada con virtud;
Toma mi corazón, querida Madre consagrado como tuyo propio;
Preséntaselo a Dios Padre como una ofrenda de mí para ti.
Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, derribas del trono al tirano enemigo;
Salve, nos muestras a Cristo el Señor y el Amigo.
Salve, destruyes el culto del fuego;
Salve, extingues las llamas del vicio.»
Magisterio:
“María no fue una mujer remisa, todo lo contrario, fue una mujer fuerte que afrontó la pobreza, el sufrimiento y el exilio, que puede presentarse de modelo a quienes buscan con espíritu evangélico la liberación del hombre y de la sociedad” (Pablo VI Marialis Cultus)
Meditar:
A menudo el camino de nuestra vida sigue un curso enteramente distinto de nuestras previsiones. María es para nosotros un modelo de disponibilidad. Dios busca a quien hace su voluntad, aunque a menudo no nos hace comprender los motivos.
Reto:
Dar gracias todos los días a la Santísima Virgen por los beneficios que de Ella y por Ella hemos recibido (Menciona 5); porque sería una ingratitud pasar un solo día sin acordarse de tan amable Bienhechora. (San Antonio de Padua)
Oración Final – Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh María!
Transforma mi corazón como el tuyo;
Colócale alrededor una corona de pureza adornada con virtud;
Toma mi corazón, querida Madre consagrado como tuyo propio;
Preséntaselo a Dios Padre como una ofrenda de mí para ti.
Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, oh Madre del Sol sin ocaso;
Salve, aurora del místico Día.
Salve, tu apagas hogueras de errores;
Salve, Dios Trino al creyente revelas.»
Magisterio:
“Es verdaderamente la madre de los miembros de Cristo porque colaboró con su amor a que nacieran en la Iglesia los creyentes, miembros de aquella Cabeza” (San Agustín, De Virginitate, 6)
Meditar:
María es la verdadera y permanente arca de la Alianza, es decir, la morada de Dios; y mucho más, puesto que ella es aquella de quien Dios ha asumido la naturaleza humanan para vivir en medio de nosotros como hermano nuestro. Acoger a María es el camino para recibir a Jesús y al Espíritu Santo.
Reto:
Hacer actos de confianza a la Virgen María a lo largo del día, con la seguridad de que nunca te sentirás defraudado. San Francisco de Sales aconseja mucho esta práctica, y confiesa haber sacado de ella grandes frutos.
Oración Final – Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh Señora mía, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo(a). ¡Oh Madre de bondad!,
guárdame y defiéndeme como hijo(a)
y posesión tuya. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, Nutriz del Pastor y Cordero;
Salve, aprisco de fieles rebaños.
Salve, barrera a las fieras hostiles;
Salve, ingreso que da al Paraíso.»
Magisterio:
“María está próxima a nosotros, es hija de Adán, hermana nuestra, de la misma naturaleza humana, que nos dio ejemplo de fe, de discípula de Cristo que realizó las bienaventuranzas predicadas por Cristo”, … (por esto), …” toda la Iglesia toma ejemplo absolutísimo de la Virgen Madre de Dios para imitar perfectamente a Cristo” (Cromacio de Aquilea +407)
Meditar:
Consideremos los dones que Dios le dio, también el de haberla llevado al cielo en alma y cuerpo para provecho nuestro. Por eso, creer que María siempre está junto a nosotros, sentirla cercana a nosotros, aunque no la veamos. Por eso recurrimos fiel y constantemente a Ella.
Reto:
Los siervos de María están convencidos de que la virtud y la mortificación son los dones más agradables que pueden ofrecérsele (Realiza una). San Estanislao Kostka ofrecía todos los días una corona de flores espirituales a la Santísima Virgen, compuesta de varios actos de virtud y mortificación, practicados en su honor.
Oración Final – Rosas a María
¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal!
1ª Por el poder que te concedió el Padre Eterno. (Rezar un Ave María).
2ª Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. (Rezar un Ave María).
3ª Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. (Rezar un Ave María).
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh Señora mía, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo(a). ¡Oh Madre de bondad!,
guárdame y defiéndeme como hijo(a)
y posesión tuya. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, oh mesa repleta de dones divinos.
Salve, incienso de grata plegaria;
Salve, clemencia de Dios para el hombre;
Salve, del hombre con Dios confianza»
Magisterio:
«María sobresale entre los humildes y los pobres del Señor, que esperan de Él con confianza la salvación y la acogen. Finalmente, con ella, excelsa Hija de Sión, después de la larga espera de la promesa, se cumple el plazo y se inaugura el nuevo plan de salvación» (Lumen Gentium, N.º 55).
Meditar:
El día del nacimiento de Jesús fue uno de los días más alegres de su vida, por lo cual no sintió los malestares de la precaria ubicación. La grandeza de María, Madre de Dios, no quito nada a su humildad, a su actitud de atribuir todo al don gratuito de Dios.
Reto:
Hoy, darle a Dios, a través de María, aquello que más te está pidiendo. San Bernardo, el gran devoto de María Santísima, practicó en su honor todas las devociones imaginables; por esta práctica fue sin duda por la que consiguió tan señalados favores como leemos en su vida.
Oración Final – Rosas a María
¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal!
1ª Por el poder que te concedió el Padre Eterno. (Rezar un Ave María).
2ª Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. (Rezar un Ave María).
3ª Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. (Rezar un Ave María).
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh Señora mía, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo(a). ¡Oh Madre de bondad!,
guárdame y defiéndeme como hijo(a)
y posesión tuya. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, milagro primero de Cristo;
Salve, compendio de todos sus dogmas.
Salve, celeste escalera que Dios ha bajado;
Salve, oh puente que llevas los hombres al cielo.»
Magisterio:
«En ti, Señora, he puesto todas mis esperanzas; y fijos en Vos los ojos, de vuestra bondad espero mi salvación» (San Juan Damasceno).
Meditar:
La humildad nunca es contraria a la verdad. María es consciente de la grandeza a la cual ha sido elevada y, al mismo tiempo, no tiene nada de qué gloriarse: todo es don de Dios y sólo Él debe de ser alabado.
Reto:
Protestad frecuentemente a la Santísima Virgen durante este día que la amaras siempre, a imitación de San Brinolfo, obispo de Suecia, del que María dijo hablando con Santa Brígida: «He ahí el que siempre me amó más que a su propia vida».
Oración Final – Rosas a María
¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal!
1ª Por el poder que te concedió el Padre Eterno. (Rezar un Ave María).
2ª Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. (Rezar un Ave María).
3ª Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. (Rezar un Ave María).
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh Señora mía, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo(a). ¡Oh Madre de bondad!,
guárdame y defiéndeme como hijo(a)
y posesión tuya. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, regazo del Dios que se encarna.
Salve, por ti la creación se renueva;
Salve, por ti el Creador nace niño.
Salve,¡Virgen y Esposa!.»
Magisterio:
«Todo encuentro con Ella no puede menos que terminar en un encuentro con Cristo mismo» (Pablo VI).
Meditar:
“Humilde y excelsa más que cualquier creatura”, no poseía ningún requisito de grandeza humana. Todo su valor está en el hecho de haber sido escogida por Dios y de haber correspondido siempre plenamente con inteligencia y libertad, a las expectativas del Señor.
Reto:
Tener siempre a la vista algún objeto que nos recuerde a la Santísima Virgen; por ejemplo, una imagen en el libro que más usas o un rosario en tu bolsillo.
Oración Final – Rosas a María
¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal!
1ª Por el poder que te concedió el Padre Eterno. (Rezar un Ave María).
2ª Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. (Rezar un Ave María).
3ª Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. (Rezar un Ave María).
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Oración Inicial
¡Oh Señora mía, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo(a). ¡Oh Madre de bondad!,
guárdame y defiéndeme como hijo(a)
y posesión tuya. Amén.
Del himno Akáthistos» a la Madre de Dios
«Salve, por ti resplandece la dicha;
Salve, por ti se eclipsa la pena.
Salve, levantas a Adán, el caído;
Salve, rescatas el llanto de Eva».
Magisterio:
María es Virgen porque su virginidad es el signo de su fe no adulterada por duda alguna y de su entrega total a la voluntad de Dios. Su fe es la que le hace llegar a ser la Madre del Salvador: «Más bienaventurada es María al recibir a Cristo por la fe que al concebir en su seno la carne de Cristo» <<(San Agustín, De sancta virginitate)>>. (Catecismo de la Iglesia Católica N.º 506)
Meditar:
Es grande porque es elegida de antemano; es grande porque cree; es grande porque está disponible a todo lo que el Señor le pide, sin condiciones.
Reto:
Enseñar a nuestros hijos o familiares desde su más tierna edad a que alaben e invoquen a María: San Francisco de Borja tuvo la felicidad de qué las primeras palabras que le enseñaron a pronunciar fueron los nombres de Jesús y María.
Oración Final
¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal!
1ª Por el poder que te concedió el Padre Eterno. (Rezar un Ave María).
2ª Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. (Rezar un Ave María).
3ª Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. (Rezar un Ave María).
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
Buenas tardes Familia, les comparto la siguiente invitación para unirse al próximo reto de 31 días; a partir del 1 de mayo, en esta misma página, Whatsapp, Telegram, Instagram, Facebook, un camino con la intención de acercarnos a Dios y crecer en nuestra espiritualidad a través de Nuestra Madre Santísima.
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Santo Rosario
El Rosario, es la oportunidad que tenemos todos de experimentar en la fe ese amor a Dios en María Santísima